Federico y Mary primera aparición pública de los inminentes reyes daneses
Su presencia en la cena de gala de Año Nuevo, en el palacio de Amalienborg, Copenhague, era la más esperada. Los príncipes ascenderán al trono de Dinamarca después de que Margarita II firme su anunciada abdicación, el 14 de enero.
Ve s t i do s d e manera regia y junto a otros miembros de la familia real danesa, los príncipes Federico y Mary asistieron a la tradicional cena de gala en el Palacio de Amalienborg, en Copenhague. Una recepción que la reina Margarita realiza para el cuerpo diplomático, las fuerzas armadas y otros organismos destacados como recibimiento del Año Nuevo. La reaparición de los príncipes, felices y relajados, se produjo horas después de que la soberana, de 83 años, anunciara de manera sorpresiva su decisión de abdicar en el discurso a la nación, el domingo 31 de diciembre: “Ahora es el momento adecuado y, el 14 de enero de 2024, 52 años después de haber sucedido a mi amado padre, dejaré el cargo y entregaré el trono a mi hijo, el príncipe heredero Federico”. E hizo un llamamiento para que su primogénito y su mujer recibieran el mismo afecto y la misma confianza que ella ha tenido: “Ellos lo merecen”. Aunque haya un nuevo monarca, Margarita II seguirá conservando su título de Alteza Real. Su hijo pasará a ser rey de los daneses y, por lo tanto, Mary Donaldson se convertirá en reina., un nuevo rango dentro de la monarquía nórdica. La australiana es muy querida y cuenta también con el favor de los australianos; la exabogada nació en Hobart, Tasmania, y tiene 51 años.
La pareja celebrará 20 años de matrimonio el próximo febrero, y tiene cuatro hijos en común, siendo su primogénito, el príncipe Christian, de 18 años, quien pasará a convertirse en el heredero.
El perfil de Federico X
Federico X, como será conocido, ascenderá al trono tras un pasado rebelde, con escándalos y el reto de mantener el apoyo a la monarquía, que tiene el respaldo del 74% de los daneses. Se convertirá en rey de Dinamarca, Groenlandia e Islas Feroe a los 55 años. Pero no tiene la popularidad de su progenitora. En su juventud le costó asumir sus obligaciones como heredero; de hecho, no quería ser rey. Deportista y amante de la velocidad, le apodaban El príncipe turbo. En 1992 dio positivo en un control de alcoholemia y el escándalo llegó al parlamento danés. Sus amoríos también le han perseguido. Y tendrá que aplicarse, porque en él ahora recaerán las responsabilidades como jefe del estado, autoridad suprema de la Iglesia del Pueblo Danés y comandante en jefe de las fuerzas armadas.