2 x 1 = hermanos Pardo
No, no es un galimatías, se trata de unos gemelos, que lo hacen todo entre dos, pero como si fuere uno sólo. No exagero, van de la mano a todo: a pintar, a vivir, a dar clase en la facultad de Bellas Artes de la Complutense, puesto que son doctores-profesores. Pintura a cuatro manos, sin saber qué corresponde a quién.
Javier y Miguel Ángel Pardo Ordoñez (Madrid, 1977), como dos gotas de agua, que ora se unen ora se separan, sin perder su entidad, su unicidad, ni su transparencia. Hay otros gemelos, pongamos los Santilari, que pintan juntos o por separa o, según. En los hermanos Pardo no hay caso, son dos que forman uno. Así firman, así se exponen, así crecen en su ética y estética, en su ser.
¿Y qué hacen? Figuración, realismo poético. Su mentor desde que eran estudiantes, Florencio Galindo. Están en esa gama, pero ellos buscan su particularidad y la tienen. Un lenguaje dominado por las texturas, la exquisita forma de administrar la materia, creando atmósferas en las que el aire se adensa, se hace neblinoso, vigilando la opacidad, mostrándolo todo, pero con sordina. Como una música de Miles Davis, en un atardecer, cuando la soledad se pone dulce y te hace agradecer la vida. Un fino cristal con vaho o rocío.
Prefieren temas sosos: armarios, mesas, botes, pasillos solitarios, elementos sin vida del estudio, pero su reto es infundir vida, emoción y misterio en esos objetos inanimados, inanes, inamenos. Han participado en colectivas y en una individual en Espacio Nolde de Navacerrada, que les representa. No se duerman si pretenden tener una pieza de su autoría, sus precios están en una horquilla de 6.000 a 18.000 euros.
Son implacables, decididos, en la conversación, en la obra, en su determinación de crear un mundo que es real, pero con el lirismo mágico de su perfume plástico. Domeñan la luz, sajelan el color, misterian con desparpajo, sin batahola.