El Confidencial

Lo que la crisis de una de las IA más famosas revela sobre el gran problema de la industria

- M. Mcloughlin

Stable Difusion es una de las inteligenc­ias artificial­es gene‐ rativas más populares de Inter‐ net, especialme­nte entre aque‐ llos que utilizan esta tecnolo‐ gía para crear recursos gráfi‐ cos. Entró en juego en agosto de 2022, un tiempo que ahora parece casi prehistóri­co des‐ pués de todo lo acontecido tras el lanzamient­o de ChatGPT y la carrera iniciada por Microsoft o Google. Esta herramient­a se granjeó una fa‐ ma casi instantáne­a, entre otras cosas, por su capacidad para alternar entre diferentes estilos y para generar concep‐ tos abstractos. Aunque sus creadores también han incur‐ sionado en el campo del vídeo, este ha sido el producto que más ha dado de qué hablar. Ahora, la compañía detrás de Stable Difusion, Stability AI, es‐ tá atravesand­o la que ha sido su mayor crisis en su corta historia. Y eso que también han tenido que afrontar cosas como una demanda de Getty Images, después de que esta compañía comprobase que ha‐ bían utilizado parte de su con‐ tenido licenciado para entrenar sus modelos.

Stability AI llevaba meses per‐ diendo directivos y figuras im‐ portantes dentro de su organi‐ grama. Pero en las últimas se‐ manas se ha agravado, ya que varios investigad­ores clave en la creación y desarrollo de Sta‐ ble Difusion. Lejos de taponar‐ se, la fuga de talento se agravó el pasado fin de semana con la salida de Emad Mostaque, fun‐ dador y CEO de la compañía.

El directivo afirmó que se va para perseguir la “IA descen‐ tralizada y abierta”.

Una declaració­n de intencio‐ nes que deja entrever una de las discusione­s que se está vi‐ viendo en el seno de esta com‐ pañía y otras del sector: la de que después de una etapa de barra libre de gasto toca pen‐ sar cómo se va a rentabiliz­ar los productos creados y la tec‐ nología desarrolla­da. Un infor‐ me de Bloomberg ya había sa‐ cado a la luz el enorme gasto de la compañía, que estaba in‐ virtiendo mensualmen­te cerca de 8 millones de dólares, pero estaba facturando una peque‐ ña fracción de ese presupues‐ to. Algo que estaba acabando con la paciencia de los que pa‐ gaban la fiesta que, además de pedir la salida de Mostaque, empujaban para lograr un en‐ foque más comercial.

¿Un problema generaliza­do? Esto no es ni mucho menos un problema particular. Es algo generaliza­do, casi endémico. Según CB Insights, una de las consultora­s de referencia en materia de empresas emer‐ gentes, hay startups de inteli‐ gencia artificial que tienen una valoración muy superior a su nivel de ingresos. En un infor‐ me publicado esta semana, se‐ ñalan que hay firmas que han sido tasadas en hasta 150 ve‐ ces más que su proyección de facturació­n. En el caso de las más conocidas, como Antrop‐ hic u OpenAI, la brecha se re‐ duce notablemen­te, pero los múltiplos son de 20 y 18, res‐ pectivamen­te. Desde CB In‐ sights señalan que ambas compañías han conseguido aumentar su escala de ingre‐ sos con las “suscripcio­nes a sus chatbots y el acceso de terceros a sus modelos de len‐ guaje”.

Hay una empresa que va ca‐ mino de valer más que Apple y esconde un problema inevita‐ ble

Michael Mcloughlin Esta se‐ mana, Nvidia se ha convertido en la tercera empresa más va‐ liosa del mundo. La razón, do‐ mina más del 95% del merca‐ do de chips para IA. Muchos claman que pueden igualarla pero no es tan fácil lograrlo ¿Cuál es el problema, especial‐ mente de las empresas más pequeñas? Que al igual que ha ocurrido con Stability AI, los in‐ versores están pidiendo un mayor enfoque en la monetiza‐ ción de las compañías. Los ti‐ pos de interés siguen altos

y el coste del hardware para entre‐

nar y ejecutar algoritmos y sis‐ temas de IA está incrementá­n‐ dose.

Las GPU de Nvidia válidas pa‐ ra IA van desde los 10.000 dó‐ lares del modelo más discreto, la A100, hasta los más de 30.000 dólares que pueden lle‐ gar a costar las H100, más ca‐ paces y rápidas. La nueva ge‐ neración de chips prémium de la compañía, la principal op‐ ción que hay en el mercado, pueden costar entre 30.000 y 40.000 dólares, tal y como deslizó el propio CEO de la compañía en una entrevista. Pero a esta ecuación hay que añadirle un elemento más: la guerra por el talento. Era algo habitual ya en Silicon Valley, pero con la inteligenc­ia artifi‐ cial generativa parece que se ha multiplica­do este problema ya que faltan perfiles en todas las categorías. Además, ya no son las tecnológic­as las úni‐ cas que están en esta pelea.

Es cierto que son las que lide‐ ran la contrataci­ón de estos perfiles, pero un informe de la consultora británica Zeki Re‐ search sobre este tema apun‐ taba a que multinacio­nales fi‐ nancieras como JP Morgan también están atrayendo un buen número de especialis­tas en la materia, al igual que el sector sanitario o el industrial. Suleiman como síntoma Cuanto más se escala en la pi‐ rámide laboral, más se agrava la carencia. Esto ha desatado una nueva práctica: fichar per‐ sonas de referencia y no com‐ prar empresas. Algo que se en‐ tiende muy bien con la última jugada de Microsoft. La com‐ pañía, pareja de baile de Ope‐ nAI en todo esto de la inteli‐ gencia artificial generativa, anunció hace unos días el fi‐ chaje de Mustafá Suleiman, cofundador de DeepMind, fir‐

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