El Confidencial

Puigdemont quiere sorber y soplar, pero sólo le pone lo segundo

- Josep Martí Blanch

Junts + Puigdemont por Cata‐ luña. No es un acertijo. Es la marca electoral con la que el expresiden­te de la Generalita­t acudirá a las elecciones cata‐ lanas de mayo. Podría parecer una broma. Pero no es más que un buen ejemplo de adora‐ ción personalis­ta, mesiánica. Sí, podría tratarse, en cambio, de una original fórmula mate‐ mática. Para resolverla según los cánones, debería multipli‐ carse a Puigdemont por Cata‐ luña y luego sumarle Junts. Y esto es efectivame­nte lo que pretende la estrategia de már‐ quetin puigdemont­ista. Toda‐ vía es pronto para ver con qué resultados.

La candidatur­a también podría haber sido bautizada como Sorber y Soplar. Un intento de hacer las dos cosas simultá‐ neamente. El primer sumando, el de Junts, es el que sorbe. Quiere preservar ante el votan‐ te soberanist­a la idea de que el partido existe y que es una realidad bien musculada. Va‐ mos, que al margen de Puigde‐ mont hay algo más. Y que aho‐ ra la formación es también un adalid de buena gestión que también quiere dedicarse a las cosas de comer con un progra‐ ma razonado y razonable en‐ clavado en las parcelas del centrodere­cha liberal y huma‐ nista. Un mensaje también a sus cuadros menos cómodos con el caudillism­o puigdemon‐ tista, para que vean que la or‐ ganización se tiene en cuenta. El segundo sumando, Puigde‐ mont per Cataluña, intenta, por el contrario, motivar al elector con el cebo de la restitució­n y el inminente renacer del proce‐ so que el expresiden­te logrará con su sola aparición en Cata‐ luña el día que regrese a lo‐ mos de la restitució­n que le habrán brindado los ciudada‐ nos con sus votos. Puigdemont per Cataluña es el cebo para el independen­tista que no añora ni exige la buena gestión, sino que se pirra por un poco más de leña al mono. El que sigue preso desde 2017 del síndrome de abstinenci­a procesista. A estos Puigdemo‐ nt no les promete menos im‐ puestos, mejores escuelas o servicios sanitarios menos co‐ lapsados. Les ofrece la reden‐ ción definitiva, la promesa de enfrentars­e a los poderes del estado cada día, todos los días, hasta conseguir la inde‐ pendencia.

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Detrás de tanta creativida­d es‐ tá, como siempre, la realidad. Y lo cierto es que la candidatu‐ ra debería llevar por nombre Puigdemont + Puigdemont. Porque el partido sólo está y cuenta para las cuestiones menores. No pinta nada, en cambio, en las decisiones es‐ tratégicas. Puigdemont, sin cargo alguno en la formación, nunca ha dejado de despachar y decir al estilo del insigne Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.

Aunque es cierto que Puigde‐ mont también quiere sorber y soplar. Alguien le ha explicado, o él ha llegado a la conclusión por sí mismo, que la tempera‐ tura política en Cataluña acon‐ seja hablar de financiaci­ón, de buen gobierno, buena gestión y administra­ción eficaz, por‐ que el caudal de la emotividad está más bien seco. Así que a estas alturas Puigdemont ya sabe que con el discurso de la restitució­n y el no surrender ya no es suficiente para ganarse las simpatías de la mayoría. De ahí que dedique minutaje de sus intervenci­ones a este ti‐ po de cuestiones desde que anunció su candidatur­a. Asun‐ tos que le aburren hasta estre‐ mecer, como demostró duran‐ te los dos años que fue presi‐ dente.

Cumplido con el expediente de referirse a las excelencia­s de un gobierno de Junts, Puigde‐ mont ya se suelta la melena y desplaza la pelota a la parcela del terreno de juego donde sí se gusta: la confrontac­ión con el Estado por poco democráti‐ co, con ERC por cobardicas y la promesa de que más pronto que tarde los catalanes cam‐ biaremos de pasaporte.

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Para ganar credibilid­ad en el arte del soplar, Puigdemont ha simulado una operación de transversa­lidad que en reali‐ dad no pasa la prueba del al‐ godón. Ha firmado el Acuerdo de Vernet para sumar a su can‐ didatura hasta siete grupúscu‐ los independen­tistas (Joventut Republican­a de Lleida, Estat Català, Alternativ­a Verda, Re‐ agrupament, Moviment d’Es‐ querres de Catalunya, Demò‐ crates y Acció per República), pero en el acto de rúbrica del acuerdo electoral había en re‐ presentaci­ón de estas organi‐ zaciones “transversa­les” va‐ rios militantes de Junts y otros que a estas alturas no son más que grandes especialis­tas en mantenerse en el negocio subastando a cada elección su minúsculo club de militantes. Entre tots no en farem un, (en‐ tre todos no hacemos uno) es una frase catalana que resume con bastante acierto lo que es en realidad este acuerdo trans‐ versal. Un ejercicio de aparien‐ cia, un truco que no logra es‐ conder el verdadero principio y final de la candidatur­a: Puigde‐ mont + Puigdemont.

Los resultados de la operación

Sorber y Soplar están por de‐ terminar. Poniendo el termó‐ metro en las axilas de los inte‐ grantes de Junts, la temperatu‐ ra que se registra ralla los lími‐ tes de la euforia. En cambio, en el conjunto de la sociedad catalana, la candidatur­a de Puigdemont ha sido recibida, si no con indiferenc­ia, sí con mucha normalidad. Las apues‐ tas que se cruzan estos días van mayoritari­amente a cubrir el número de la ruleta que da a Puigdemont un segundo pues‐ to por delante de ERC pero le‐ jos de alcanzar a Salvador Illa. En este escenario, Puigdemont podría ser presidente de nue‐ vo, siempre y cuando hubiese una mayoría independen­tista en el hemiciclo, cosa que las encuestas de momento ponen en duda.

Sorber y soplar durante la campaña. La cuestión es qué hará Carles Puigdemont si le tocase la lotería de los votos y se alzase de nuevo con la pre‐ sidencia de la Generalita­t. Da‐ do que las dos cosas al mismo tiempo no pueden ser, una vez prometido el cargo, ¿sorbería o soplaría? La respuesta está en los hechos ya vividos: ventis‐ ca. En toda España.

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