El Confidencial

El PNV ya no convence en el País Vasco con el mito del buen gestor

- Inés P. Chávarri

La valoración es unánime en todos los partidos vascos, a excepción, lógicament­e, del PNV. El mito del buen gestor de los jeltzales se ha caído y Osakidetza, el servicio público de salud, es el mejor ejemplo. La pandemia golpeó con fuer‐ za a Euskadi y la comunidad, a pesar de contar con la mayor inversión en sanidad por habi‐ tante, 2.229 euros per cápita, no fue capaz de afrontar en mejores condicione­s las suce‐ sivas olas del covid. El siste‐ ma, como ha sucedido en el conjunto de España, no se ha recuperado y arrastra impor‐ tantes problemas de personal, listas de espera que no avan‐ zan, cierres de centros de sa‐ lud, reducción de horarios en vacaciones... Y lo que en su día fue el mayor orgullo de los sucesivos Gobiernos autonó‐ micos, ha pasado en tres años en convertirs­e en el principal quebradero de cabeza para sus ciudadanos (35%), solo su‐ perado por los problemas liga‐ dos al mercado laboral (48%), según el Sociómetro, el CIS vasco. La sanidad es el princi‐ pal caballo de batalla en la campaña del 21-A, y aunque las críticas señalan y cercan al PNV, ¿podría Bildu hacerlo me‐ jor? La respuesta, según los encuestado­s por el Deustoba‐ rómetro, es que no.

El pasado verano, el estudio, uno de los de referencia en Euskadi, planteó una batería de preguntas sobre la sanidad vasca y entre ellas inquirió a los encuestado­s qué partido considerab­an el mejor “para afrontar la situación de Osaki‐ detza”. El 19,1% señaló al PNV, frente a un 15,6% que optó por Bildu, como se puede observar en el primer gráfico que acom‐ paña a esta informació­n. La gran mayoría, el 51,3%, contes‐ tó “no lo sé” o “ninguno”. Los datos corroboran que la sani‐ dad ha pasado una importante factura a los jeltzales, pero si‐ guen siendo considerad­os los mejores gestores.

Es una de las paradojas que vi‐ ve la campaña vasca. El des‐ gaste del PNV es evidente tras 12 años de gestión, las en‐ cuestas se debaten entre un empate con Bildu a 28-29 es‐ caños o una victoria de estos, pero la pulsión de cambio en‐ tre la ciudadanía es relativa.

Los analistas coinciden en se‐ ñalar en que “no hay una en‐ mienda a la totalidad”, de ahí los datos que respaldan lo he‐ cho por el PNV al frente del Gobierno vasco.

En términos generales, cuando se le pregunta a la ciudadanía qué partido considera que va a gestionar mejor Euskadi, el 53,6% se decanta por el PNV, frente al 16,7% de los que res‐ ponden Bildu, segundo en el ranking (Deustobaró­metro di‐ ciembre). Además, las cifras por recuerdo de voto consta‐ tan que el PNV concita un am‐ plio respaldo entre los simpati‐ zantes del resto de fuerzas. El 43,8% de los votantes del PSE los menciona cuando se les pregunta por el mejor gestor, en el caso de los populares el porcentaje es del 39,2% y entre los electores de Bildu es de un 28,2%, una cifra nada desdeña‐ ble.

Pero más allá de los datos, la oposición ha encontrado en la gestión y en las cosas del co‐ mer -las preocupaci­ones na‐ cionalista­s e identitari­as están en mínimos y todos los parti‐ dos están pasando de punti‐ llas por estas cuestiones-, el mejor argumento para golpear al PNV. Osakidetza, que nunca hasta ahora había estado entre las tres principale­s preocupa‐ ciones de los vascos, comen‐ zó a escalar puestos en 2021. Fue entonces, según fuentes del PSE, socios de los jeltzales en el Ejecutivo regional, cuan‐ do al País Vasco se le vino a “caer la venda de los ojos”. La gestión de la pandemia fue crucial, “los vascos veían por la tele, en el telediario, que aquí estaba muriendo tanta gente como en otros puntos de España, que la incidencia del virus no era mejor…”. La crisis sanitaria derivada del covid marcó un punto de infle‐ xión y provocó una importante pérdida de confianza por parte la ciudadanía en Osakidetza (gráfico 2) y ese es el flanco débil que el resto de partidos, del PSE al PP, y de Bildu a Po‐ demos buscan explotar contra el PNV. No es casualidad que los jeltzales proclamen que su mayor preocupaci­ón y priori‐ dad en esta campaña sea la sanidad, tampoco que Bildu haya hecho lo mismo, pero más allá de las promesas en recorte de plazos o nuevas in‐ fraestruct­uras, los sindicatos lo que les demandan es solu‐ cionar de una vez por todas los problemas de personal que arrastra Osakidetza. Temporalid­ad, Atención Prima‐ ria e inversione­s

Las principale­s centrales (ELA, LAB y Satse) coinciden en que hay que poner fin a la altísima temporalid­ad de los trabajado‐ res del Servicio Vasco de Sa‐ lud. Un 50% de los 45.362 em‐ pleados con los que cuenta Osakidetza, según Jesús Oña‐ te, de LAB. “No supone un ma‐ yor gasto estabiliza­r a estas personas, que ya están traba‐ jando en Osakidetza. Hay que integrarle­s en la estructura, asumir que son fundamenta‐ les y sacar esos puestos para la cobertura de personal fijo. Sin arreglar la altísima tempo‐ ralidad es muy difícil arreglar ninguna otra cuestión”, apunta. En la misma idea insisten des‐ de ELA. Esther Saavedra cen‐ sura que el Gobierno vasco se haya agarrado de forma siste‐ mática a la pandemia y a la fal‐ ta de personal en Atención Pri‐ maria para justificar lo que a su juicio ha sido una falta de planificac­ión total y premedita‐ da. “El plan es que no hay plan. Estamos ante una escasez [de personal] buscada. Al año se jubilan 1.200 personas y los gestores saben cuantas perso‐ nas salen de la facultad y cuantas se jubilan. Hemos alertado en más de una oca‐ sión, por eso decimos que ha sido una falta de previsión buscada porque se podía pre‐ ver y así es más fácil justificar ciertas cosas que de otra ma‐ nera sería más complicado”, explica.

Uno de los puntos débiles es la Atención Primaria. Los profe‐ sionales del servicio, justo an‐ tes de la pandemia, en 2019, ya protagoniz­aron una serie de movilizaci­ones, recuerda Ama‐ ya Mayor, de Satse. “Es un ám‐ bito en el que las personas no quieren trabajar porque la car‐ ga de trabajo es muy alta y las condicione­s laborales y retri‐ butivas son las peores. Es la puerta de entrada al sistema sanitario y el punto que más cerca tiene la ciudadanía, por eso es el primero en el que de‐ tectan una pérdida de calidad”, explica Mayor. La preocupa‐ ción de la ciudadanía es palpa‐ ble, de hecho, la mayoría están dispuestos a pagar más im‐ puestos si eso se traduce en una mejora del servicio (gráfi‐ co 3).

Los tres sindicatos cargan además contra las condicio‐ nes laborales. Hace 14 años caducó el último convenio co‐ lectivo y los profesiona­les, sostienen, se marchan a otras comunidade­s o a la privada, que “por lo menos ofrece esta‐ bilidad”, remarca Oñate. El res‐ ponsable de Sanidad de LAB aboga además por revisar las inversione­s y priorizar la Aten‐ ción Primaria. Es otro de los puntos que remarca Saavedra, el presupuest­o de la Sanidad en Euskadi ronda los 4.800 mi‐ llones de euros, pero deberían ser más. “Falta inversión res‐ pecto a la riqueza que genera‐ mos. La medida de la UE es del 8% del PIB, la media en Es‐ paña es del 6% y en Euskadi, del 5,6%. Es decir, estamos por debajo de Europa y España”, lamenta la responsabl­e de Sa‐ nidad de ELA.

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EFE

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