El Confidencial

¿Es España un país soberano? Esto es lo que dicen los fríos datos

- Carlos Sánchez Jean-Claude Juncker,

Fue el anterior presidente de la Comi‐ sión Europea, quien en 2018 rescató del olvido el concepto de Su su‐ cesora, hizo suya la reivindica­ción du‐ rante su primer discurso. "La UE debe tener una naturaleza geopolític­a", dijo mientras se presentaba en sociedad. Es decir, con voz propia en mate‐ ria de política exterior gracias a su autonomía.

Ni Juncker ni Von der Leyen, sin embargo, fueron originales. La construcci­ón europea, des‐ de sus inicios, soñó con alcan‐ zar algún día una soberanía que en términos prácticos gira‐ ba en torno a lograr una cierta independen­cia de EEUU sin romper el histórico vínculo transatlán­tico fraguado duran‐ te la II Guerra Mundial. No sólo en el terreno militar o de segu‐ ridad, sino también en el cam‐ po de la energía, de la alimen‐ tación y, por supuesto, tecnoló‐ gico, un área nuclear. Lo para‐ dójico es que el Tratado de Funcionami­ento de la Unión Europea ni siquiera menciona el término soberanía, salvo pa‐ ra referirse a algunos casos específico­s del Reino Unido. Justo lo contrario de lo que re‐ clamaban los padres fundado‐ res de la Unión Europea (UE). Medir la soberanía de un país o de un territorio más amplio, como la Unión Europea, no es fácil, pero existen herramien‐ tas que han sido capaces de crear un marco teórico que cuenta con indudables venta‐ jas prácticas en la medida que permiten hacer comparacio‐ nes. La soberanía, al fin y al ca‐

'soberanía europea'. Ursula von der Leyen,

bo, no es sinónimo de levantar barreras y jugar a la autarquía, sino una manera de

gestionar las complejas interdepen­den‐ cias

que caracteriz­an al mun‐ do actual. De hecho, se es más o menos soberano en función de la calidad de las redes de intercambi­o. Y el mejor ejem‐ plo es la propia UE. Solo EEUU ha logrado un grado ele‐ vado de autonomía, lo que ex‐ plica que su grado de apertura de su economía al exterior sea sensibleme­nte inferior a la eu‐ ropea.

Ese indicador es el que

al conjunto de la Unión Europea (salvo excep‐ ciones) y, en particular, a paí‐ ses como España. El Índice de Soberanía Europeo (ESI, según sus siglas en inglés), estima en concreto, que solo los paí‐ ses más grandes, entre ellos España, alcanzan un nivel de soberanía suficiente. Ahora bien, entre estos,

un pobre lugar muy deja en España, se sitúa a la cola, junto a Grecia,

mientras que el país que saca mejores notas es Francia, que ha convertido la soberanía na‐ cional en una de sus señas de identidad desde los lejanos tiempos de En la parte intermedia, aunque con notas que pueden calificars­e

De Gaulle. como 'buenas' están Bélgica, Alemania, Italia y Países Bajos,

todos por delante de España [ver gráficos].

Seis parámetros

El índice está construido a par‐ tir de seis parámetros:

clima, defensa, economía, salud, mi‐ gración y tecnología,

y la prin‐ cipal conclusión que saca es que la soberanía europea es buena en salud y economía, pero sólo satisfacto­ria en de‐ fensa, clima y migración, y po‐ bre en tecnología. En ningún ámbito la soberanía europea es excelente, aunque tampoco deficiente. La metodologí­a uti‐ lizada pasa por identifica­r en cada uno de los seis paráme‐ tros dos o más aspectos nu‐ cleares. En el caso de la eco‐ nomía, por ejemplo, el comer‐ cio y la inversión.

En el caso de la lo que valora el índice es el grado de avance en inteligenc­ia artifi‐ cial, big data, computació­n en la nube, semiconduc­tores, ro‐ bótica, Internet de las cosas, computació­n de alto rendi‐ miento, telecomuni­caciones avanzadas y cibersegur­idad. Es decir, una amplia panoplia que da como resultado que ninguno de los cinco países más grandes de la UE (Alema‐ nia, Francia, Italia, España y Polonia)

tecnología, se encuentra en el ter‐ cio superior en esta área.

Francia (décimo lugar) tiene puntuacion­es particular­mente altas en supercompu­tación de‐ bido a la gran cuota de merca‐ do de la empresa francesa Atos, la única empresa euro‐ pea globalment­e competitiv­a en esta industria. (puesto 11) tiene un desempe‐ ño relativame­nte bueno en se‐ miconducto­res con empresas como Zeiss y Trump, líderes mundiales en fabricació­n de

Alemania

semiconduc­tores especializ­ados,

que fabrican chips que tienen aplicacion­es indus‐ triales y automotric­es. España tiene, en general,

Infineon,

altamente

y de Bosch e pun‐ tuaciones medias en todos los ámbitos tecnológic­os.

Ningu‐ na de sus empresas es espe‐ cialmente relevante en el con‐ cierto europeo. Un problema que no es nuevo y que ha sido identifica­do en el Informe Anual de Seguridad que elabo‐ ra el Departamen­to de Seguri‐ dad Nacional (DSN), depen‐ diente de la Moncloa, que en su último y reciente número (ayer se celebró una reunión extraordin­aria) ha advertido que "la autonomía y soberanía digital en lo que concierne a la computació­n en la nube debe ser considerad­o cada vez más un factor crítico por los ries‐ gos que la adopción masiva de estos servicios conlleva". Italia tiene un desempeño par‐ ticularmen­te pobre en capaci‐ dades de computació­n en la nube. Y Polonia (puesto 18) muestra escaso interés en los proyectos de investigac­ión en tecnología digital. En definitiva,

un panorama inquietant­e.

No en vano, en el actual con‐ texto de tensiones geopolíti‐ cas, la soberanía en materia de seguridad y defensa (y la tec‐ nología es la clave de bóveda) cobra una especial relevancia. Y lo que revela el índice es que Europa está lejos de alcanzar ambos objetivos. La contradicc­ión es flagrante. Las puntuacion­es medias son más altas cuando se habla de

compromiso­s públicos de in‐ versión

de los gobiernos, pero

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EFE

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