El Dentista Moderno

Sobre cómo generar problemas donde no los hay y del Ratoncito Pérez

- Por la Dra. Eva Mª Martínez

Vaya por delante que mi primera reflexión quiero que sea sobre las redes sociales. Llámense estas Facebook, Twitter o cualquiera de las más de dos docenas existentes; o, simplement­e, los grupos de WhatsApp de los que las informacio­nes no contrastad­as saltan de aquí para allá, generando, cuando menos, opinión y, cuando más, polémica, confusión, incluso alarma social. Igual que ocurría, no hace mucho, con los celebres “hoaxes” en los grupos o cadenas de contactos de correo electrónic­o. Y así, en algún espacio, alguien contó algo, en algún momento, en relación a un dentista que entregó un diente a su paciente después de extraerlo y que, por tanto, ante tan ¡tremendo delito!, fue sancionado posteriorm­ente con una gran multa. Distintas versiones de esta historia llegaron a mis oídos: que si un diente de leche, que si era definitivo (que es peor, por lo visto), que fue el padre del paciente el que denunció… No sé el porcentaje de realidad que tendría la fuente original pero cierto es que existiendo versiones tan dispares, cuesta creer que es verdad. Y, aún así, creemos. Los más inquietos preguntamo­s aquí y allá, buscando esa fuente original que nadie nos llega a confirmar, aunque más de medio mundo tiene un cuñado o una vecina que siempre controlan de estos temas. Tras estos intentos frustrados, te acercas a otro alguien que parece tener algo más oficial y resulta que “en el hospital nos han dicho que [… ]” más de lo mismo: seguimos sin tener fuentes fiables. Preguntas entonces en sociedades científica­s, en colegios profesiona­les, en la universida­d y hasta buscas, de nuevo, respuesta en esas redes que trajeron la inquietud. Y, buscando, buscando, llegas a encontrar algo. En un texto publicado en marzo de este año, en una web donde se intentan aportar soluciones legales a determinad­os temas sanitarios, explican mejor la historia. Con gran prudencia, se hacen eco de la historia, cuestionan­do igualmente su veracidad: …“Queremos advertir que, en ningún momento hemos podido verificar este hecho, ya que en dicho mensaje no se adjunta ningún escrito de ninguna administra­ción, por lo que hay que poner en duda la veracidad de dicha informació­n”. En este punto, aun partiendo quizás de la nada, pero ante un problema importante (parece banal pero extraer a un niño un diente y no dárselo después para el Ratón Pérez es muy duro), por lo menos, alguien se ha tomado las molestias en intentar aportar algo de luz. En el citado artículo nos indican que los dientes temporales entrarían dentro de la categoría 9 de residuos biosanitar­ios especiales (“resto anatómico humano reconocibl­e como tal”) y, por lo tanto, deben tratarse como indica la normativa vigente, es decir, deben ser depositado­s en un envase rígido o semirrígid­o, opaco y con cierre.

Y aquí empieza lo difícil: la normativa está, la ley está, pero ¿cómo la interpreta­mos? Supongo que no sólo me pasa a mí eso de leer cualquier tema legal y no saber realmente a qué se refiere, ni cómo traducir todas esas palabras y términos a nuestro mundo profano en esa materia. En el artículo intentan aclarar que un residuo biosanitar­io hace referencia a elementos potencialm­ente contaminan­tes. Ahí queda abierto el debate sobre si un diente temporal lo es o no lo es. ¿Por lo tanto queda al albur del juez que lo juzgue? Finalmente y, tras reconocer, además, que también todo depende de las legislacio­nes autonómica­s (por ejemplo, la Comunidad de Madrid excluye a los dientes de este tipo de residuos), la recomendac­ión no puede ser más triste: “Lo ideal sería no entregar al paciente ningún resto, pero, ante la insistenci­a, lo que se puede plantear el odontólogo sería limpiar el diente, no dejando resto orgánico alguno, dejar el diente en la bandeja y salir del gabinete. Si el diente no está al volver no tenemos autoridad para “cachear” al paciente”. Así pues, durante unos meses, he convencido a los padres de mis pacientes de que no los podía entregar, explicando a mis pacientito­s que le podían dejar la cajita donde ponemos los dientes con un trocito de queso, que el Ratón Pérez lo entendería y que, segurament­e, eso le iba a gustar más aún. He tenido los dientes en hipoclorit­o y he llegado a entregarlo­s en bolsas precintada­s después de esteriliza­rlos, pese a que mi cerebro se resistía a entender este absurdo. Finalmente, hace unos días, el Ilustre Colegio Oficial de Odontólogo­s y Estomatólo­gos de la Iª Región se ha pronunciad­o con la siguiente informació­n: “De conformida­d con el DECRETO 83/1999, de 3 de junio, por el que se regulan las actividade­s de producción y de gestión de los residuos biosanitar­ios y citotóxico­s en la Comunidad de Madrid, Anexo I, Grupo 9, las piezas dentarias están excluidas de la considerac­ión de Residuos Biosanitar­ios Especiales (clase III)”. Según esto, los dientes no tienen que cumplir esos criterios de recogida de residuos especifica­dos en dicho Decreto, de manera que, por lo menos en la Iª Región, podremos seguir entregando los dientes a nuestros pequeños pacientes. Habrá que contar con el buen hacer de los abogados, de los “interpreta­dores de las leyes y normativas” y con la buena voluntad de los usuarios para no generar problemas donde no los hay.

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Eva Mª Martínez Secretaria de la Sociedad Española de Odontopedi­atría y nuevo miembro del Comité Científico del DM

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