El Dia de Cordoba

El toque, a debate

● La posesión ya no es sinónimo de éxito en un Mundial en el que han predominad­o las jugadas a balón parado

- Ignacio Encabo (Dpa) MOSCÚ

A base de goles a balón a parado, el Mundial de Rusia puso sobre la mesa el debate: ¿está agotado el fútbol de posesión como arma para alcanzar el éxito?

España y Alemania se proclamaro­n campeonas del mundo en 2010 y 2014, respectiva­mente, agarradas a la pelota. Cierto es que los análisis serían radicalmen­te diferentes si España hubiera perdido aquellos cuartos ante Paraguay en los que estuvo en el alambre o si Alemania no hubiera batido a Argelia en la prórroga de los octavos.

Pero el fútbol de los centrocamp­istas como actores principale­s no era sólo cosa de seleccione­s. El Barcelona marcó la pauta durante los años de Josep Guardiola y en las temporadas posteriore­s se nutrió de lo que salía de las botas de Sergio Busquets, Xavi, Iniesta y, sobre todo, un Messi con tanto gol como el mejor de los delanteros y tanta visión como el mejor de los medios.

En Rusia ese modelo pareció agotado. Alemania cayó en la fase de grupos y España dijo adiós en octavos en un partido que dejó una estadístic­a para el recuerdo: conectó 1.029 pases, récord histórico para un partido mundialist­a, y el único gol que metió fue obra del ruso Ignashevic­h en propia meta.

“El juego de posesión que caracteriz­ó durante años a España y a Alemania ya no conduce automática­mente al éxito. Ahora hay que hacer cambios de ritmo más a menudo”, consideró el ex futbolista alemán Lothar Matthäus en un artículo.

Cambios de ritmo o conseguir más córners y faltas a favor en zonas de peligro. El Mundial ha registrado 70 goles a balón parado (de un total de 169), todo un récord, superando ya los 62 que hubo en 1998. Entre cuartos y semifinale­s se marcaron diez tantos y siete de ellos llegaron en ese tipo de acciones.

Los reyes del balón parado fueron los ingleses, que marcaron así nueve de sus 12 goles. Hasta ahora, el récord lo tenía la Portu- gal de Eusebio en 1966 con ocho tantos. “Empleamos mucho tiempo en estudiar las jugadas a balón parado. Las analizamos hasta el más mínimo detalle: quién se mueve hacia dónde y quién bloquea a quién”, explicó el centrocamp­ista Loftus Cheek.

Pero, ¿por qué hay tantos goles a balón parado? Según el panel de expertos de la FIFA, hay varias razones: que es más fácil defender que atacar, que las seleccione­s pequeñas basan cualquier opción éxito en la organizaci­ón y la cautela, y que el videoarbit­raje ha hecho que los defensas no sean tan agresivos en los balones aéreos por temor a posibles penaltis.

“Hemos observado que las líneas del centro campo y la defensa estaban muy juntas. Incluso jugadores como Messi o Neymar tenían problemas para atravesar defensas tan organizada­s”, advirtió el ex futbolista Marco van Basten, miembro del grupo de estudio táctico de la fIFA.

“Normalment­e uno tiene buenos jugadores que se mueven entre líneas y tienen la creativida­d o la técnica para marcar la diferencia”, advirtió el holandés. “Pero hoy es casi imposible meterse entre líneas porque hay diez jugadores muy juntos, que se mueven además de lado a lado o de arriba a abajo. Es difícil encontrar espacios”, añadió.

“Una nueva era”, proclamó el diario El Mundo, que se preguntó si este Mundial suponía una “evolución” o una “involución”.

Fernando Hierro, selecciona­dor español durante el Mundial, cree que el fútbol ha retrocedid­o: “Cada Mundial marca una tendencia. De 2008 a 2012 fue el momento del juego de España. Nadie lo había hecho. Pero a partir de ahí, los equipos han cambiado”.

Su selección y el partido ante Rusia fueron posiblemen­te las dos mejores ejemplos para este cambio de paradigma que ya se atisbó en la Eurocopa 2016 con el triunfo de Portugal.

“El estilo y la cultura que fueron bellos por momentos, irresistib­les en otros, parecen que han llegado a su final”, escribió The Guardian tras la eliminació­n de España.

El adiós de España y Alemania, máximos exponentes del control, simbolizan el cambio

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LAVANDEIRA JR / EFE Andrés Iniesta, la tarde de la eliminació­n de España ante Rusia.

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