El Dia de Cordoba

Y Rusia se hizo Mundial

● El anfitrión mostró este mes sus ganas de abrirse al planeta y disfrutar de él ● El país se ha volcado hasta el último minuto con el campeonato

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SE acabó. El Mundial de Rusia 2018 ya es historia. Ha sido toda una experienci­a vivirlo desde Moscú. Echaremos de menos el ambiente. El buen rollo. Las ganas de los rusos de mostrar lo mejor de su patria al mundo. Ha sido un campeonato impecablem­ente organizado. Las infraestru­cturas han impresiona­do. “Tú lo puedes ver, somos gente amistosa, simpática, que no hacemos nada malo a nadie; queremos que, una vez termine el Mundial, sigan viniendo a Rusia para conocernos”, me explicaba una joven mientras veíamos la final en un pub abarrotado.

Los rusos quieren zafarse de un cliché que lastra su imagen en el mundo. Ha sido una reclamació­n repetida. Minutos antes de comenzar la final en Luzhniki, en la misma Plaza Roja, un par de rusos bien talluditos me pedían con insistenci­a una foto (y mi correo electrónic­o para enviármela) al verme con la zamarra de la selección española. Como ya quedó dicho en otras cartas esteparias, España es uno de los países favoritos de los rusos por nuestro carácter, nuestra lengua y los atractivos de nuestro país. Ahora toca que ustedes vengan más a visitar- nos. Este mes de agosto espero a tres o cuatro colegas españoles en Moscú. Un valiente se va a hacer el Transiberi­ano. ¡Hay que animarse!

Los gritos espontáneo­s de “¡Rusia, Rusia!” han sido una suerte de reivindica­ción nacional durante todo el campeonato. Estallaban lo mismo después de los goles de Francia en la final que en medio de un viaje en el metro. Rusia se ha reivindica­do en el mapa global firmando una digna parti- cipación en el campeonato y una organizaci­ón impecable. Los rusos tienen ganas de seguir mostrando al mundo de qué son capaces . Quieren más oportunida­des como la del Mundial que acaba de terminar. He visto curiosidad e ilusión en los ojos de muchos rusos por conocer foráneos.

Echaremos de menos el Mundial. Cuesta creer al ver la calle Nikolskaya a esta ahora de la tarde y abarrotada de gente que esto se ha terminado. Todavía los hay vestidos de Brasil, de Colombia, de Serbia, hasta del Líbano. En medio del gentío, una señora me presenta, en español, a su nieto de 8 años, y me dice que ambos están aprendiend­o nuestra lengua. Esta zona de Moscú entre Lubianka, la galería Gum, Manege y la Plaza Roja ha estado tomada, día y noche, durante un mes. En el futuro, al pasear por estas calles embutidos en nuestros abrigos y pisando nieve, nos diremos: “¿Te acuerdas de cómo estaba esto en el Mundial? Fue increíble, ¿verdad?”.

Comienza a diluviar. Nos resguardam­os en un bar y vemos en los monitores a las autoridade­s rusas, francesas y de la FIFA empapadas entregando la copa a los galos. Suena la Bamba. Es domingo, pero da igual. Aquí se va a montar grande esta noche. Me ven con la camiseta de la Roja los de la primera de la televisión rusa y me entrevista­n amablement­e formulándo­me en español las preguntas.

En lo estrictame­nte deportivo, Francia ha ganado su segundo campeonato mundial tras imponerse por 4-2 a Croacia. Lo han merecido. La de Les Bleus ha sido la victoria del mestizaje. En un país golpeado por el terrorismo de inspiració­n religiosa, el triunfo de un combinado plagado de jugadores con raíces africanas es una gran noticia. Debe ser una inspiració­n para las próximas generacion­es.

Pero la hinchada rusa estaba, mayoritari­amente, con los hermanos croatas. A pesar de las chispas que han saltado a propósito de las declaracio­nes políticas de algunos futbolista­s del conjunto arlequinad­o.

Para mí ha sido un placer haber tratado de llevarles este otro Mundial desde un país que me acoge desde hace exactament­e cuatro veranos (llegué un 14 de julio de 2014, acabo de cumplir años). Un país que me seguirá sorprendie­ndo cada mañana por su espontanei­dad y ganas de disfrutar la vida. Espero coincidir con ustedes muy pronto. Rusia se ha hecho Mundial. Y nosotros estamos ya invadidos de nostalgia.

“Somos amistosos, lo has visto, queremos que sigan viniendo”, me dice dice una joven rusa

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ABEDIN TAHERKENAR­EH / EFE Todo listo en el imponente estadio Luzhniki para que la final arranque y el Mundial, en hora y media, sea historia.
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Antonio Navarro Amuedo

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