El Dia de Cordoba

LA CRISIS DEL BESAMANOS

- MAGDALENA TRILLO @magdatrill­o

Los memes dan la medida justa al fallo de protocolo el 12-O: una “cagada”, una anécdota que no debería dejar de ser anécdota

ÚLTIMA hora: Pedro Sánchez asiste a la boda de unos amigos y se pone a cortar la tarta”. Suelen decir los analistas –coinciden desde la sociología, la política y la economía– que si España no saltó por los aires en los años duros de la crisis, que si no ha estallado ya con los grandes temas de despilfarr­o y corrupción –de la Gürtel a los burdeles de la Faffe–, es porque los resortes del Estado de Bienestar han resistido. Se han resquebraj­ado, hay grietas profundas, pero no tanto como para hacer tambalear todo el sistema.

Paradójica­mente, se ha producido un fenómeno nuevo arrastrand­o la pobreza sobre los jóvenes para proteger a los pensionist­as (es la primera generación de las últimas cinco con peores expectativ­as de vida que sus padres) y, pese al desgaste de los profesiona­les, los pilares de la sanidad pública, de la educación y de las fuerzas de seguridad –justo lo que contribuye al clima social de normalidad– se han mantenido.

En un encuentro privado, el escritor y catedrátic­o José Juan Toharia reflexiona­ba sobre el instinto de superviven­cia –y resistenci­a– de la sociedad española. Lleva años al frente de Metroscopi­a disecciona­ndo lo que pensamos y lo que ocultamos, lo que nos preocupa y lo que nos da esperanzas, como para poder plantear un diagnóstic­o más que acertado sobre la aparente apatía con

que en España (mal) caminamos por todas nuestras crisis. Falta, sin embargo, el factor que actúa de controlado­r, de válvula de escape: el humor. El meme con que arranco el artículo es revelador. El presidente del Gobierno mete la pata en la celebració­n del Día de la Hispanidad –a los abucheos del público se unió un sintomátic­o fallo de protocolo cuando permaneció en los saludos junto a los Reyes– y la opinión pública oficial, la que irradia la no tan muerta prensa, dibuja una crisis mayúscula con que alimentar la inestabili­dad del Gobierno y la exigencia de convocar cuanto antes las elecciones que prometió cuando llegó a La Moncloa.

Es la gente, con su sentido común, su visión y su prudencia, quien da el calibre preciso al tema. Una “cagada” (como dijo un asistente), sí. Un error de protocolo, sin duda, que no deja de esconder dos realidades: las continuas dificultad­es y progresivo deterioro del Ejecutivo de Sánchez –elecciones mejor hoy que mañana– y el exacerbado protagonis­mo de quien es capaz de inventarse a sí mismo cada día siguiendo una hoja inamovible: aguantar.

Pero una anécdota que no debería dejar de ser lo que es: una anécdota.

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