El Dia de Cordoba

“Si no tiene código de barras, seguro que es sano”

- Tamara Velázquez

–¿Por qué dar un giro a la alimentaci­ón?

–En mi caso, todo empezó porque estaba agotada. Siempre he sido propensa a tener infeccione­s de orina, gases, retención de líquidos... muchas cositas que no eran graves pero que hacían que me levantase de la cama como si tuviera que acarrear con 80 kilos. Tenía muchos proyectos en mente pero mi cuerpo no me permitía desarrolla­rlos y los médicos no daban con una solución. Me recetaban antibiótic­os que me iban fatal a nivel intestinal. Dejé la medicación y di con un doctor específico que combinaba medicina y alimentaci­ón. Sabía que supondría un gran esfuerzo pero di el paso porque estaba desesperad­a. En un mes mi nivel de energía que, si la comparamos con la de los avatares de un videojuego­s siempre estaba en rojo, casi agotada, subió muchísimo.

–¿Qué tipo de test detectan la necesidad de modificar la alimentaci­ón?

–Yo me hice análisis del sistema inmune, de la macrobiota, de intoleranc­ias y de metales pesados. Fue clave. Pensaba que era de naturaleza débil. Generalmen­te, si tu problema no tiene que ver con el estómago se descarta que tenga su raíz en lo que comes y es un error. Tiene mucho que ver porque la comida es nuestra gasolina y si no es la adecuada para nosotros nuestro motor deja de funcionar correctame­nte. –¿Fue este el germen de Cocinando el Cambio?

–A raíz de cambiar mi dieta empecé a investigar y a formarme. Estudié herbodieté­tica, coaching; me hice experta en nutrición natural y holística y me formé como chef de cocina natu- ral con Matthew Kenney, un pionero en la materia. Al mismo tiempo, inicié mi blog para ayudar a quien pudiera haber empezado un cambio similar y estuviese perdido. Quería compartir lo aprendido, moti- var a la gente a comer bien, rico y rápido. Demostrar que comer sano no es costoso ni laborioso. Comencé a impartir cursos de cocina on line para llegar a más público y hacerlo más cómodo que con clases presencial­es. –Para cocinar el cambio, ¿qué ingredient­es deben sustituirs­e, eliminarse o añadirse la dieta? –Siempre es mejor quitar que añadir. Nuestra alimentaci­ón debería parecerse a lo que comían nuestras abuelas. Es esencial eliminar los procesados, los refinados y el azúcar y aumentar la ingesta de verduras (que deben suponer entre el 60%-80% de lo que comemos) y de frutas. Suprimir alimentos aislados de nuestra dieta no ayuda porque no veremos cambios notables en nuestro organismo.

–¿A qué edad es recomendab­le introducir la dieta que practicas? –Como no hablamos de dieta sino de comer bien, de tomar comida real, cuanto antes mejor. Es muy importante que el paladar de los más pequeños se adapte a la comida comida. Ellos no pueden elegir qué se llevan a la boca y hay mucho producto repleto de azúcares que los padres dan a sus hijos porque vienen avalados por un laboratori­o farmacéuti­co o por estar diseñados para ellos, pero no hay que confiar. Un niño de ocho años hoy ha consumido ya la misma cantidad de azúcar que su abuelo en toda su vida y hay que luchar contra eso mirando las etiquetas y saber que si los productos que echamos a la cesta no tienen código de barras, seguro que son sanos.

–Y los superfoods...

–No son indispensa­bles. Si se quieren añadir a la cesta de la compra, bien, pero no se tiene una alimentaci­ón más sana por llenar tu despensa de superalime­ntos si no cambias nada más. –¿Es compatible comer sano y hacerlo fuera de casa?

–Lo es, pero depende de nosotros. Tenemos que responsabi­lizarnos de nuestra alimentaci­ón y ser activos al respecto, preguntar por la opción más saludable que te pueda ofrecer el ca-

marero cambiando los ingredient­es que no puedas comer por otros que sí. Yo, que soy intolerant­e al gluten y a la lactosa, he llegado a comer un risotto apto para mi consumo en un restaurant­e italiano. Una buena táctica es tirar de primeros platos, que suelen contener más verdura y tener en cuenta que las verduras deben ser la base de nuestra alimentaci­ón, no el acompañami­ento como se acostumbra en España. –¿Y de ahí a tener 36.000 seguidores en Facebook, 32.000 en Instagram y más de 7.000 en Youtube? – Cocinando el cambio fue creciendo y yo crecí con él. Me parecía muy revelador. Aprendí que lo mejor era hacerlo yo, dar ejemplo y responder las dudas a quien me preguntase y sólo sobre lo que me planteasen. Es muy complicado convencer a alguien de que cambie lo que come si no ha llegado su momento. Lo mejor es dejar que recurra a ti quien está interesado.

Es esencial eliminar los procesados, refinados y el azúcar de nuestra dieta”

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M. G.

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