Política de clanes
Un señor llega a la Presidencia del Gobierno. Sus primeras disposiciones consisten en arrimar al pesebre del Estado a parientes y amigos; las siguientes no tienen otro objeto que retener el poder. Que esta forma de administrar lo público sea óptima para unos pocos y nefasta para el conjunto es una variable que pocos políticos han tenido en cuenta. Pese a todo, en los últimos 40 años hemos prosperado, porque si la política de clanes que nos empobrece hoy es idéntica a la de los siglos que nos parieron, la libertad es nueva entre nosotros. Se arriesgó a hollar estas tierras gracias a la democracia, y arrastró tras sí a la riqueza sin que la caterva politiquera diera abasto para afanarla toda como era su costumbre. La libertad dentro de la ley genera riqueza, por eso el punto de inflexión en siglos de hambres y guerras es la Constitución de 1978. Sin embargo, algunos millones de españoles creen que las cosas siempre fueron como son hoy, y esto explica parte del voto al tercermundismo morado y a los separatismos de variado pelaje. No ponderan el inmenso esfuerzo realizado para llegar hasta aquí, ni ese rotundo éxito colectivo que llamamos España, y quieren aprender por ellos mismos la relación que existe entre libertad y prosperidad. Si consiguen sus objetivos, en la miseria nos reuniremos con la lección bien aprendida. Jacobo Saucedo ( E-mail)