El Dia de Cordoba

LA MUERTE DE SEARS

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QUIEN haya visitado Chicago recordará la silueta de un impresiona­nte rascacielo­s de color negro, el más alto de la ciudad.

Desde su construcci­ón en la década de los setenta del siglo pasado, y hasta hace pocos años, fue el edificio más alto del mundo. Los grandes almacenes Sears le daban nombre al edificio, al ser su sede central.

Nacida en 1886, inventó el mo- derno comercio a través de la venta por catálogo. A principios delpasado siglo, 20 millones de americanos compraban por catálogo –de una población de 75 millones–.

Gracias a la extensión del ferrocarri­l y del servicio de correos –que era gratuito para las zonas rurales– pudo llegar hasta las zonas más remotas del país.

Su poder de mercado era enorme. Podía impulsar a la fama o destrozar a cualquier suministra­dor.

Desde Chicago fue extendiend­o su red de grandes almacenes por todo el país, lo que atraía a su vez a proveedore­s de todo tipo. Las autoridade­s locales se quejaban de la destrucció­n de muchos pequeños comercios por la presencia de Sears.

Esta semana Sears ha presentado concurso de acreedores, después de varias reestructu­raciones anteriores. Una muestra de que ninguna gran empresa sobrevive para siempre.

Sears fue durante todo el siglo XX la Amazon que hoy conocemos, con la diferencia de que las transaccio­nes son hoy digitales, frente a las físicas de Sears y de todos los restantes grandes almacenes. La distribuci­ón del catálogo anual –de unas 1.500 páginas– permitía el acceso a todos los americanos a más de 100.000 productos.

Ya fuera un caja de herramient­as, pantalones y camisas, un coche o equipar completame­nte una casa, Sears podía prestar todos estos servicios. Una impresiona­nte integració­n vertical.

Sears no se encuentra sola en la historia de grandes almacenes o distribuid­ores especializ­ados que, después de muchos años de funcionami­ento, han desapareci­do o están a punto de desaparece­r, después de sufrir grandes dificultad­es económicas, como consecuenc­ia de la aparición de nuevos competidor­es más adaptados a las modernas formas de comercio. JC Penney, o la más especializ­a Toys’R’Us, entre muchas otras, son ejemplos de esas dificultad­es del gran comercio tradiciona­l.

Un caso aparte es el de Walmart, los mayores grandes almacenes del mundo. Su implantaci­ón geográfica en zonas escasament­e pobladas le ha conferido una ventaja competitiv­a frente a otras rivales. Bueno, hasta ahora.

La irrupción de Amazon y de otras empresas que suministra­n servicios similares a los comercios tradiciona­les está socavando las bases de esos comercios. Amazon empezó vendiendo libros. Hoy vende más de un millón de productos distintos. El mayor gran almacén del mundo. Además, los avances en tecnología­s de comunicaci­ón y en logística –cuenta con una flota propia de aviones– hacen que el proceso de compra y de entrega de los productos se realicen con una extraordin­aria eficiencia.

Hace un siglo, responsabl­es políticos locales se quejaban del daño de Sears al pequeño comercio. Hoy son ambos. El pequeño y el gran comercio están presencian­do una revolución que pone en peligro la vida de ambos.

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ROGELIO VELASCO

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