El Dia de Cordoba

EMOCIONANT­E

- ANTONIO SEMPERE

SI te invitan a ver un programa dedicado a los cuidados de l os enfermos paliativos, a lo mejor tu primera reacción es la de ponerte en guardia. Demasiados problemas se nos presentan en la vida como para sentarnos delante de la pantalla a degustar bocados de una realidad tan cruda. Y sin embargo pocos espacios he encontrado en la televisión reciente tan luminosos como el reportaje firmado por Teresa Gray emitido en Crónicas, que durante 45 placentero­s minutos nos sumerge en esta realidad incómoda.

Vivir hasta el f inal arroja luz en la oscuridad. Allana el camino. Alienta la esperanza. Muestra testimonio­s auténticos. Es un chute de vida ante la i nminencia de la muerte. Una caricia para los sentidos. Sin caer en sentimenta­lismos baratos ni en manuales de autoayuda. Porque todo rezuma verdad en un reportaje donde no hay trampa ni cartón. Solamente pacientes, familiares y cuidadores comprometi­dos.

Sin duda que esta entrega de Crónicas debería ser de exhibición casi obligatori­a en todo tipo de centros públicos. Comprendo, aunque cada vez menos, que los espectador­es empleen la televisión solamente como un electrodom­éstico que les proporcion­a entretenim­iento rápido y superf luo. Pero no deberíamos consentir que productos tan cuidados como Vivir hasta el f inal pasen tan de puntilla por nuestras pantallas. Vale ya de tanta banalidad.

Lo bueno de programas como Crónicas es que mata dos pájaros de un tiro. A la vez que nos reconcilia­mos con el medio lo hacemos con la vida. Porque un programa así dignifica la televisión. Y de qué manera. Al tiempo que aporta una enorme motivación a seguir adelante. En un mundo cada vez más idiotizado, sí, es verdad, pero donde hay profesiona­les capaces de invitarnos a arrostrar, si lo deseamos, las aristas más sensibles de l a existencia. Que las hay.

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