BAILANDO CON LOBOS
JOSÉ se ha sentido muchas veces desde que comenzó la crisis como el teniente John J. Dunbar. Como el protagonista de Bailando con lobos, al que dio vida Kevin Costner, José ha sufrido momentos de tanta desesperación que le han invitado a alzar los brazos en forma de cruz y a abandonarse a una muerte en vida que cree anunciada mientras sus fantasmas del miedo a la indigencia destierran de su mente ese hilo de fortuna en la que ya no cree. Mientras esos momentos le corroen el alma y no le dejan muchas noches dormir, por sus seres queridos intenta que las balas de la miseria que el sistema ha hecho silbar a su alrededor no acaben tumbándolo. José ha pasado ya de los 45, estuvo parado y ahora trabaja por un sueldo mísero, tiene mujer y tres hijos y su desesperación se ha ido deteriorando a la velocidad que lo ha hecho su cuenta corriente. Nunca pensó, cuando veía las barbas de otros muchos cortar, que le tocaría a él convertirse en otro Tom Joad del siglo XXI, en otro ser cuya vida es sobrevivir, y gracias. Nunca pensó que tendría que depender de la caridad en un momento en el que para él, como para otros muchos, volver a conseguir un puesto de trabajo ya era poco menos que una blasfemia al sistema en una sociedad enferma dominada por los lobbies económicos, y en la que, paradojas de la vida, suelen tener todas las papeletas para irse de rositas la mayoría de los corruptos.
José forma parte de ese casi 38% de andaluces que está en riesgo de pobreza y exclusión, forma parte de casi ese 50% de andaluces que no puede afrontar un gasto imprevisto y de ese millón de universitarios que en España se mantienen como funambulistas en el alambre de un futuro bajo el que sólo hay pobreza y exclusión. Esos datos y otros muchos indignos del siglo XXI los refleja la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en su séptimo informe anual desde que comenzó la crisis, una crisis que ha condenado a José y a su familia, una familia que esconde esa realidad en la que sobreviven. Nadie en el bloque en el que residen la conoce.
Y es que José es de esos que nunca supo bailar con lobos en una sociedad que rescata bancos con dinero público – con sus impuestos, los míos y los tuyos– y en la que ya no valen sus más de 20 años de importante experiencia laboral. José está harto de perder batallas en este monopoly diseñado por algunos para volver a los años en los que si tenías dos mudas eras un afortunado. José está harto de ver, cómo su familia, al igual que otra mucha gente, lo pasa muy mal, mientras cada mañana se ha desayunado durante los últimos años más affaires Urdangarín, Bárcenas y Gúrteles varias, ERES andaluces, dinero público gastado en puticlubs... José ya no cree en nada y menos en políticos que prometen luchar contra la pobreza y lo hacen con medidas vanas y sin ponerse en la piel de quien la sufre.