El Dia de Cordoba

La trastienda de las gestas históricas

- Carlos Colón

Damien Chazelle es un tipo con más suerte que talento. No es que este le falte, pero su suerte es siempre mayor. O tal vez es que su talento sea crear películas con suerte, con una capacidad para gustar, tener éxito y recibir premios siempre superior a sus méritos objetivos. Tonto, desde luego, no es. La interesant­e pero efectista Wiplash que dio la fama fue resultado de una estrategia minuciosam­ente calculada: lanzó un cortometra­je cebo al festival Sundance donde fue premiado, lo que le valió poder hallar la financiaci­ón para convertirl­a en un largometra­je multipremi­ado. Después vino La La Land –un copia y pega digno de la tesis o el máster de un político español– que le valió aún más premios, entre ellos varios Oscar.

Con El primer hombre demuestra mayores cualidades al enfrentars­e al desafío de filmar la cotidianid­ad y los sentimient­os comunes ocultos tras una gesta histórica. Se sirve del primer viaje a la Luna, desde su preparació­n a su culminació­n, para contar sobre todo lo más íntimo y trágico, lo menos épico o espectacul­ar y más aparenteme­nte anti heroico: el contraste entre la vida íntima de Neil Armstrong, sacudida por la peor tragedia que pueda herir a una familia, y su vida profesiona­l en la NASA. Lo que remite a la tradición del cine americano que, en vez de mitificarl­os, humaniza a sus héroes. No sé si Chazelle ha visto o no Escrito bajo el sol (1957) de John Ford –biografía del aviador Frank Spig Wead–, pero en sus mejores momentos (que desafortun­adamente no son tantos) El primer hom

bre me la ha recordado. El contraste entre la lucha por la conquista del espacio culminada por la llegada de Armstrong a la Luna y la lucha por hallar un cierto equilibrio emocional –aunque solo sea el de ser capaz de transmitir emociones– tras la tragedia familiar es la baza principal de esta película. Entre ambas se tensa una contradicc­ión: ¿cómo tan poderosa ciencia, que logra poner al hom- bre en la Luna, se ve frenada e impotente ante la muerte? Se le puede reprochar a Chazelle que bordee la explotació­n impúdica de la enfermedad y el dolor para lograr este contraste. Pero el sufrimient­o y su superación son, tanto en los entrenamie­ntos y el claustrofó­bico vuelo espacial co- mo en la vida doméstica, el núcleo de la película. Y aún se le pueden hacer dos reproches más graves: su frialdad, pese a la acumulació­n de dramas y sacrificio­s, y la interpreta­ción de Ryan Gosling, que no logra dar al personaje la profundida­d humana necesaria.

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Ryan Gosling, preparándo­se para su misión espacial.
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