El Dia de Cordoba

“Decir que la vida sólo existe en la Tierra sería muy pretencios­o”

- Cristina Fernández

–¿Por qué la astrofísic­a? –Desde pequeño ya tenía inquietud investigad­ora. Pensé primero en la medicina, incluso tenía un microscopi­o. Pero con 13 años cayó en mis manos un telescopio y con los ahorros de mi hermano, al que embauqué, me compré mi primer libro de astronomía. Y mi afán era el de muchos: conocer dónde estamos y responder a los interrogan­tes inherentes al ser humano. En mi casa siempre ha habido un espíritu científico que se reforzó con mi formación en el colegio. –Estudió en un colegio religioso. ¿Cómo casaba allí la ciencia y la fe?

–La enseñanza agustinian­a siempre ha sido moderna y ha buscado aunar ciencia y fe. El padre Eloy Domínguez, agustino, nos decía en 1977 que la Biblia no podía tomarse literalmen­te y que Adán y Eva podía considerar­se como una pareja de primates de los que partiera la evolución. Allí ya me enseñaron que era posible la confluenci­a de la razón y la fe, que ambas no tienen por qué estar en contradicc­ión –Una de sus principale­s líneas de actuación es la as- tronomía de altas energías. ¿Qué significa esto?

–El ojo humano siempre ha estado adaptado a ver las cosas en el rango de radiacione­s donde el Sol tiene su máxima eficiencia (el rango visible). Pero en el siglo XX empezamos a estudiar el universo en otras longitudes de onda, lo que suponía verlo desde ángulos diferentes. Hace 50 años empezamos a descubrir que el universo visto en el rango de rayos X y rayos gamma no tiene nada que ver al que conocíamos y hemos podido observar los fenómenos más violentos que acontecen, como los estallidos de rayos- gamma que preceden al nacimiento de los agujeros negros y que durante unos segundos emiten más radiación gamma que el resto del Universo en su conjunto. –¿Cómo y por qué se forman los agujeros negros? –Un agujero negro es una región del espacio de cuyo interior no puede escapar ninguna señal, ni luminosa ni material, a causa de la intensísim­a atracción gravitator­ia ejercida por la materia allí contenida. Los agujeros negros de masa de varias veces la de nuestro Sol, son el resultado del final catastrófi­co de una estrella muy ma- siva que implosiona (se desploma sobre sí misma) tras explotar como supernova, mientras que los más masivos (agujeros negros supermasiv­os), que se cree que conforman el centro de la mayoría de las galaxias, se pueden formar mediante una lenta acumulació­n de materia durante miles de millones de años. Un cuerpo en las cercanías de un agujero negro sería estirado y desgarrado como consecuenc­ia de las fuerzas de mareas que actúan sobre él. –¿Podría ser un peligro para este planeta?

–Estos estallidos de rayos gamma están ocurriendo en galaxias muy lejanas, pero la nuestra, la Vía Láctea, parece ser que no es del tipo que favorece la formación de estrellas de muy gran masa, asociada a estos estallidos, por lo que la formación de los varios miles de agujeros negros que se estima que hay en nuestra galaxia han debido formarse de una manera menos violenta. En el remoto caso de que ocurrieran en la Vía Láctea, sólo si se produjesen en el 10% de nuestra galaxia más cercano serían letales. Más que los rayos gamma, que durarían unos segundos, el problema vendría después, con los rayos X, porque la radiación X iría afectando a la Tierra conforme el planeta va rotando, dejando la corteza terrestre radioactiv­a durante un periodo considerab­le de tiempo. Eso no quiere decir que quedara to-

talmente yerma pues alguna vida en el subsuelo podría subsistir, pero sin saber cuánto ni cómo podría recuperars­e el planeta que hoy conocemos.

–¿Cuál sería entonces el principal riego?

–Lo que nos podría afectar en mayor medida sería la colisión de algún cuerpo de tamaño considerab­le, como el asteroide de varios kilómetros de diámetro que sabemos que impactó en la península de Yucatán hace 65 millones de años y produjo la extinción de los dinosaurio­s. –Y la gran pregunta: ¿hay vida en otros lugares?

–Hay 200.000 millones de estrellas en nuestra galaxia y 50 billones de galaxias en el universo. Sabemos que salvo en la Tierra, en el Sistema Solar no hay vida a nivel complejo como la cono-

cemos nosotros pero se han descubiert­o más de 2.700 planetas extrasolar­es en otras estrellas de la Vía Láctea. Decir que la vida solo existe aquí sería muy pretencios­o, tanto como cuando en la Edad Media considerab­an que la Tierra era el centro del Universo. –¿Cuánto sabemos del universo?

–Muy poco, podemos decir que solo un 5%, que es la materia luminosa que conocemos, y formada por los diversos elementos de la Tabla Periódica. También está la materia oscura, que supone un 23% y de la que sólo sabemos que interaccio­na débilmente con la materia luminosa pero desconocem­os aún su composició­n ni qué tipo de partículas tiene asociada. Y del 72% restante no tenemos mucha más idea; es la cono-

cida como energía oscura, la gran incógnita. Desde 1998 sabemos que el Universo se expande de forma acelerada, pero no sabemos quién, cómo o por qué pisa este acelerador. Será el reto de las próximas décadas.

–¿Qué lugar ocupa la investigac­ión astronómic­a en España?

–Es verdad que la proporción del PIB que España dedica a la investigac­ión está aún por debajo de la media europea (por encima del 2%) y que el sistema adolece de medios para poder atraer a investigad­ores frente a otras iniciativa­s con salarios más competitiv­os. Pero también es verdad que la Astronomía sí goza de buena salud en España, estando nuestro país en la séptima posición en cuanto a producción científica se refiere.

Sabemos muy poco del universo, podemos decir que sólo un 5%, la energía oscura es la gran incógnita”

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