Un pasado conflictivo en centros de menores
Iván Gómez
Sujeto a una cama, boca abajo, con los tobillos y muñecas atados con correas. Entre lamentos y gritos de dolor el vídeo grabado en julio de 2011 mostraba a un joven indefenso como víctima de maltrato en el centro de menores Tierras de Oria, en Almería. Pero nada más lejos de la realidad. La sujeción mecánica era el último recurso al alcance de los educadores ante determinados brotes de violencia de los internos más peligrosos. El de la imagen, ese adolescente desvalido que lloriquea, es José Arcadio el Melillero y en aquella ocasión fue amarrado a la cama por agresiones, insultos y amenazas al personal con riesgo de autolesión. Ha sido uno de los jóvenes más conflictivos que ha pasado por esta institución almeriense por su carácter agresivo y manipulador. Reincidente y con un amplio historial delictivo fue internado en varias ocasiones en
Tierras de Oria sumando más de dos años de estancia que nunca olvidarán los que padecieron los ataques físicos y psicológicos con los que trataba de amedrentar a trabajadores y compañeros.
Peleas habituales, amenazas e insultos sin distinción marcaron su paso por Oria y evidenciaron el peligro que suponen determinados internos para la integridad de unos profesionales con los que conviven largas jornadas sin ningún tipo de protección. Y fue precisamente el Melillero el protagonista del polémico vídeo con el que extrabajadores de seguridad y el presidente de la plataforma centrosdemenores.es, Alfonso Galiana, trataron en febrero de 2015 de criminalizar sin éxito el desempeño de Tierras de Oria.
La Fiscalía de Menores de Almería archivó el caso pocos meses después al no apreciar infracción por parte del entonces director del centro, Manuel Madrid, ni de ningún trabajador en la aplicación de las medidas de contención y de sujeción mecánica sobre dos menores, pero la denuncia Ginso, asociación sin ánimo de lucro que administra Tierra de Oria, siguió su curso y el 9 de noviembre del pasado año el Juzgado de lo Penal número 2 impuso una pena de dos años y medio de prisión a Galiana por distribuir las imágenes sin permiso ni autorización de los jóvenes atados a una cama por un delito de revelación de secretos. Parte de la condena se cimentó en la imposibilidad de localizar a José Arcadio, en paradero desconocido con órdenes de búsqueda y captura.