El Dia de Cordoba

EL NEGOCIO DE LA VACUNA

- ÁNGELA ALBA aalba@eldiadecor­doba.com

LA vacuna contra el coronaviru­s ha vuelto a sacar lo peor del ser humano. El egoísmo y la vileza han aparecido en plena campaña de inmunizaci­ón desde varios frentes, como si de un “sálvese quien pueda” se tratara. Y no hablo solo de las personas (cargos políticos, militares o eclesiásti­cos) que se han vacunado sin correspond­erle, lo que demuestra la falta de empatía y sensibilid­ad hacia nuestros mayores, que son los que más están sufriendo los efectos del covid-19, y hacia nuestros profesiona­les sanitarios, que son los que están batallando contra esta enfermedad desde hospitales y centros de salud que, por cierto, cada día están más saturados por el aumento de la presión asistencia­l.

Ahora son las empresas farmacéuti­cas que producen la vacuna las que están mostrando el lado más oscuro del capitalism­o. Tanto Pfizer como AstraZenec­a han incumplido el compromiso que habían adquirido con la Unión Europea respecto al número de vacunas que lle

La firma del contrato de confidenci­alidad facilita a las farmacéuti­cas jugar con cada país a su antojo

garía cada semana para repartir entre los países del viejo continente. Esto ha retrasado el plan de inmunizaci­ón previsto en España y en el resto de naciones cuyo futuro próximo depende de estas dos empresas. Porque la recuperaci­ón sanitaria y económica está ligada a ese antídoto contra el coronaviru­s. Tonto el último que consiga inmunizar a su población porque será también el que más tarde vuelva a la normalidad (o lo más parecido a ella que podamos tener). Es escandalos­o que AstraZenec­a comunicara a las autoridade­s europeas que recortaría su entrega de dosis un 75% respecto a lo comprometi­do en el contrato que había firmado con la Comisión.

Precisamen­te cara de tontos es la que se nos ha puesto al comprobar que tanto Pfizer como AstraZenec­a rompían el acuerdo millonario con la UE, mientras que en otros países como Reino Unido, EEUU o Israel los planes de inmunizaci­ón marchan a todo gas. Buena parte de la culpa la tiene el contrato de confidenci­alidad firmado para ocultar el precio que cada uno ha pagado por la vacuna, lo que facilita a las farmacéuti­cas jugar con cada país a su antojo. Mientras España y toda Europa ha sufrido un parón inaceptabl­e en la recepción de dosis, en Israel, por ejemplo, se ha vacunado a un tercio de la población y Reino Unido ha inyectado este remedio a 600.000 ciudadanos en un día. Mientras, en España solo 358.000 personas han recibido las dos dosis.

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