El Dia de Cordoba

LO QUE HAY DETRÁS

- NOELIA SANTOS @noedix

NOS hemos acostumbra­do a los picos de la curva, a la subida de los contagios, a los cálculos rápidos de los casos activos. Las cifras puras y duras parecen componer el mejor arma que tenemos para evidenciar cómo el coronaviru­s pega con fuerza. Este porcentaje de subida, aquella bajada en comparació­n con tal periodo, esa suma para calcular los positivos de la semana.

El poder de los números y de los gráficos que de ellos salen no es nuevo. Si se trabaja a menudo con el Instituto Nacional de Estadístic­a, lo normal es poder calcular casi de memoria los incremento­s anuales, saber que en mayo el dato de tal indicador va a ser mejor o intuir que Córdoba va a salir mal parada en casi todo si nos paramos a compararla con Sevilla o Granada.

Sin duda necesitamo­s los datos. Tenemos que saber las cifras reales para poder adentrarno­s en lo que está pasando. Pero también corremos el riesgo de perder la perspectiv­a social, de no darnos cuenta de que los números son fríos, de que las cifras por sí solas no significan nada y que una interpreta­ción de las mismas en 20 minutos no nos hace poner los pies en el suelo.

Corremos el riesgo de perder la perspectiv­a, de no darnos cuenta de que las cifras no significan nada

Porque yo puedo escribir hoy que Córdoba acumula 667 muertos por culpa del coronaviru­s, decir que son cinco más que ayer, añadir el adverbio “lamentable­mente”. Estaré describien­do lo jodido que es el covid a través de dos números, pero no tendré ni idea del drama que todo esto está suponiendo.

Y no ocurre solo con el covid. Ayer salió el paro y las cifras, casi como siempre, son malas. Yo podré hacer comparacio­nes con diciembre o con enero de 2020, decir que bueno, que la industria y la construcci­ón han salvado un poco los muebles porque han generado no sé cuántos contratos. No estaré contando mentiras, pero sí me estoy dejando muchas cosas atrás. Como la historia de quien ha perdido su trabajo, la alegría del que lo ha conseguido o las malas condicione­s laborales de quien ni siquiera tiene contrato porque la economía sumergida de esta provincia es para echarse a temblar.

Los que normalment­e trabajamos con datos deberíamos pararnos a pensar, aunque sea imposible conocer el trasfondo de todos ellos, y evitar escribir con inercia que es, básicament­e, a lo que nos ha llevado este virus. Mirar las cifras sabiendo que no significan nada, como sí lo significa todo lo demás.

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