CARTAS AL DIRECTOR
Correo: Cruz Conde, 12 / e-mail: cartas@eldiadecordoba.com
La pandemia y sus consecuencias
Llevamos demasiado tiempo hablando de la pandemia causada por el coronavirus y, lo que es peor, soportando, sufriendo y resistiendo sus consecuencias. Consecuencias no sólo sanitarias, pues a éstas hay que añadir las derivadas de la descoordinación, el enfrentamiento y la falta de coherencia entre las distintas administraciones, y entre los distintos partidos políticos, para luchar contra ella. Los efectos de los negacionistas, el movimiento QAnon y otros grupúsculos, persuadidos de la teoría de la conspiración, que hacen caso omiso a las autoridades, e incluso se permiten el lujo de manifestarse, alegando que coartan su libertad. Las originadas como consecuencia de las presiones ejercidas por los poderes económicos sobre los políticos, que han de tomar las decisiones, invocando la ruina de sus negocios. Poderes económicos y empresarios neoliberales, enemigos de lo público, que sin embargo no se hartan de pedir ayudas públicas. Las ocasionadas por las incívicas actuaciones de muchos ciudadanos egoístas, que no se resignan a abandonar sus hábitos y costumbres, a pesar de que muchos sanitarios, y ciudadanos, están muriendo y pasándolo mal en hospitales y residencias. Gerardo Seisdedos (correo electrónico)
Una humillación a los cristianos
Como es habitual, la ley de la (des)memoria histórica ha vuelto abusar de esa ley para atacar a la cruz. Y el insulto más grosero es que la comisión de Cultura de la Junta de Andalucía ha avalado una fechoría argumentando que la cruz dañaba la estructura del convento. La decisión de la alcaldesa comunista de Aguilar de la Frontera sólo se explica desde un odio profundo hacia los símbolos cristianos. Sin lugar a dudas, la alcaldesa ha perpetrado la mayor humillación posible contra los cristianos: ha arrancado la cruz y en un camión se la ha llevado a un vertedero y la ha arrojado a la basura. Sólo existe un camino para reparar semejante ataque a los sentimientos religiosos y la libertad de los cristianos: que se unan los vecinos de esta localidad cordobesa para exigir a la alcaldesa que devuelva la cruz al lugar que le corresponde. Arrojar una cruz a un vertedero no tiene nombre. Sólo un regodeo sádico contra los cristianos puede perpetrar semejante insulto, un odio ideológico absolutamente impropio de una representante pública, sea cual sea el partido político al que pertenezca. Si no empezamos a contrarrestar este odio laicista que empieza a extenderse por España, nuestra fe acabará reducida a la clandestinidad. Alberto Álvarez (correo electrónico)