La sangría de la estrategia
● Tres de los cuatro últimos goles encajados por el CCF han llegado a pelota parada ● Desde que arrancó el curso, más de la mitad de los tantos rivales llegaron de este modo
En el fútbol de hoy en día, las jugadas de estrategia tienen un valor incalculable. Una falta, un córner y qué no decir de un penalti pueden decantar a favor o en contra un partido más allá de las sensaciones, el juego y otras milongas que quedan solapadas con el resultado reflejado al término de los 90 minutos. El análisis y el trabajo de los técnicos cada semana para implementar las opciones de sus equipos en las acciones a pelota parada así lo refrendan, aunque luego el rendimiento no es para todos el mismo.
En el caso del Córdoba, el balón parado se ha convertido en un serio problema, que no es nuevo ni mucho menos, sino que viene arrastrado desde el inicio de la temporada, aunque ahora es cuando su incidencia parece mayor, pues el margen de error se reduce. Baste como ejemplo lo ocurrido el pasado domingo ante el Sevilla Atlético. El gol del filial nervionense llegó tras un grosero desajuste en la cobertura de un saque de esquina, y las mejores ocasiones para el empate de los blanquiverdes, ya en el alargue, se originaron con un saque de banda largo y otro córner.
Pues ese balance, negativo, ha sido así desde octubre.
El CCF ha encajado en los 14 partidos disputados hasta la fecha en el Subgrupo IV-B un total de 11 goles, de los que seis, más de la mitad, han llegado en acciones de estrategia (tres de los últimos cuatro, que han provocado esta crisis galopante, tienen ese mismo origen). Esta sangría difícil de revertir arrancó ya en la jornada 2, entonces con Juan Sabas de técnico, cuando el Yeclano Deportivo marcó el momentáneo 1-2 en la luego victoria por 1-3 tras un saque de esquina botado en corto y un centro lateral a pie
cambiado –otro lastre no menos significativo– que Alberto del Moral empujó hacia su portería.
En la fecha 5 del campeonato, otra vez el Sevilla Atlético hizo daño desde el ángulo, con un primer apoyo en corto que provocó una superioridad por la línea de fondo a la que luego puso rúbrica Iván Romero con un remate de primeras anticipándose a Álex Robles. Aquella fue la primera derrota en El Arcángel (1-2), que una semana después tuvo conti
nuidad con un 2-0 en Linares cerrado con un penalti materializado por Marc Mas, provocando la destitución de Sabas.
Llegó entonces Pablo Alfaro, dando así comienzo a una remontada cimentada principalmente en la gran seguridad defensiva de un equipo que no encajaba –estuvo así 621 minutos a cero, Copa incluida– y apenas si permitía ocasiones del rival. Pero más allá del 0-2 que supuso el adiós al torneo del KO ante la Real Sociedad,
el grifo se abrió ante el Yeclano, que hizo doblete a pelota parada en El Arcángel para abrir una depresión aún no sellada y elevar a tres sus tantos ante los cordobesistas de este modo.
En ese 1-2 de hace apenas un mes, el empate lo firmó Luis Castillo después de que Jesús Álvaro se tragara un córner cerrado y Willy no llegara a la cobertura, y el tanto del triunfo lo firmó
Christian Perales con un cabezazo hacia atrás tras un saque de banda largo que contó con la mala salida de Becerra. Un portero que ya no tuvo culpa el domingo en Sevilla cuando otro balón desde la esquina lo llevó a su puerta Iván Romero con la testa libre de marca en el punto de penalti, y sin necesidad siquiera de tener que elevarse. Era el sexto tanto de esa factura de once.
Parece evidente que más allá de una falta de trabajo, el hándicap que sufre el Córdoba es una alarmante escasez de concentración e intensidad cuando toca poner el balón en juego cerca de su área. Porque la gravedad de esos errores individuales, en su mayoría, no puede deberse únicamente a despistes o buenas maniobras de los rivales, sino más bien a problemas propios a la hora de defender un recurso que da muchos puntos siempre, y más en categorías donde la igualdad es tantísima como esta Segunda B.
La falta de intensidad y concentración para las marcas en el área son un lastre muy pesado