El Dia de Cordoba

TODAS LAS ESTACIONES

- NOELIA SANTOS @noedix

LA primavera te invita a reconcilia­rte con la vida, es el estado de ánimo que surge cuando la noche tarda más en dar su punto de vista y miras por la ventana y ves un rayo de sol que se despide lentamente sobre los setos de la terraza de la vecina. Es el armario donde guardas el abrigo excesivo, el que apenas usas un par de semanas al año, el que te dura más de lo normal porque no lo usas lo suficiente como para que se le hagan agujeros en los bolsillos por los que se escapen las monedas que te sobran del café y del paquete de tabaco.

La primavera es el todo adelantado, a pesar de que cuando llega no llega por completo porque todavía hay algunos inviernos dando coletazos en mañanas nubladas y de un frío que te hace maldecir lo bien que se estaba hace un rato bajo las mantas cuyo único cometido es odiarlas por perderlas, inviernos que solo son inviernos un rato porque aquí el invierno no sabe ser del todo y nunca cuaja, porque aquí el invierno no ha sabido cuajar nunca.

La primavera no es igual en todos sitios y hay lugares en los que sabe ser mejor que en otros. Y no es que esos lugares sepan adaptarse mejor, es que la

Y se instala allí antes que en ningún otro sitio y esos espacios pasan a ser el antojo de cualquiera

primavera los mima más porque sí, porque quiere y porque puede y se instala allí antes que en ningún otro sitio y esos espacios pasan a ser el antojo de cualquiera, de cualquiera con inclinacio­nes por las cosas codiciable­s.

La primavera es imperecede­ramente inmejorabl­e, pero es sobre todo abarcable con gusto cuando todavía no se ha vestido de oficialida­d. Cuando aquellos inviernos pueden aparecer en cualquier momento, ahí es cuando la primavera es bastante mejor que en momentos en los que es primavera porque lo dice el equinoccio. Si las voces autorizada­s no dicen “ya es primavera” es que la primavera está siendo toda ella porque ha sabido llegar sin anunciarse y cuando algo bueno te aparece frente a los ojos sin aguardarlo no tienes más que hacer que rendirte y gozar.

La primavera es todo eso porque empieza y acaba y si fuera para siempre no podría ser nada más que primavera. Yo no la espero porque quiero que me pille por sorpresa, que un día me levante, salga la calle y me dé cuenta de que no he elegido bien el abrigo, que el que llevo es excesivo. Deseo, ante todo, que la primavera sea la que se desnude ante mí y no al contrario para poder así, un rato, reconcilia­rme con la vida.

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