El Dia de Cordoba

EL TEMOR AL RETORNO DE LA INFLACIÓN

- Santelmo Business School FERNANDO FACES

EL temor al retorno de la inf lación esta tensionand­o los mercados. La rentabilid­ad de la deuda pública está subiendo a cotas no vistas en el último año. Los inversores empiezan a desprender­se de los bonos, y los inversores, ante las expectativ­as de inf lación, exigen una mayor rentabilid­ad. Varios factores están despertand­o las expectativ­as de inf lación. En primer lugar los estímulos fiscales: en EEUU el plan Biden de 1,9 millones de dólares y en Europa el fondo Next Generation y las ayudas directas y de financiaci­ón. No obstante, los bancos centrales y el FMI tienen más temor a una nueva recesión que a la inflación. Su recomendac­ión es continuar con las políticas expansivas hasta que la recuperaci­ón esté consolidad­a. Los inversores son más temerosos. Para algunos los potentes paquetes de estímulo fiscal, acompañado­s de políticas monetarias expansivas y un proceso de vacunación que avanza razonablem­ente, en un escenario de exceso de ahorro y demanda embalsada, pueden provocar un vuelco en las expectativ­as y la expansión del consumo y los precios. En este escenario los bancos centrales se verán obligados a subir los tipos de interés, lo cual explosiona­rá la burbuja de deuda y abortará la recuperaci­ón.

A corto plazo, este escenario es poco probable. La obsesión de los bancos centrales sigue siendo generar una inf lación aceptable y garantizar la recuperaci­ón. El temor a la deflación es superior a la inf lación. La Reserva Federal (Fed) de EEUU ha f lexibiliza­do su objetivo de inf lación, anunciando que está dispuesta a tolerar una inflación superior al 2%, sin subir los tipos de interés, hasta que la recuperaci­ón esté garantizad­a. El BCE está revisando su estrategia con una orientació­n similar. Su previsión es que los tipos de interés permanecer­án bajos durante 2021y 2022.

Existe una gran divergenci­a entre las expectativ­as de los mercados y las de las autoridade­s monetarias, lo cual está justificad­o por la excepciona­lidad y singularid­ad de las dos últimas crisis. Estamos ante un escenario insólito, sin precedente­s históricos. La prudencia, la flexibilid­ad y el seguimient­o cercano, día a día, es la política que están siguiendo los bancos centrales. El BCE sigue muy de cerca la evolución de la rentabilid­ad de la deuda pública, que es referencia para los préstamos a medio y largo plazo. Un encarecimi­ento de los préstamos podría abortar la recuperaci­ón.

Existen muchas versiones. Hay quien opina que la desglobali­zación va a restar presión a la inf lación. Otros, por el contrario, afirman que las dos últimas crisis han mermado el potencial de crecimient­o de la oferta de bienes y servicios. La limitación de la oferta puede generar inf lación ante un reducido aumento de la demanda. Otros mantienen que la pandemia ha alterado los hábitos, lo que unido al envejecimi­ento, las nuevas tecnología­s y la reducción de los salarios mermará la capacidad de consumo y aumentará la propensión al ahorro, dando lugar a tendencias def lacionaria­s. Ante este incierto escenario se necesita un seguimient­o cercano y una respuesta ágil y f lexible. Y lo más importante, el nuevo mundo que se está configuran­do exige gobiernos estables, responsabl­es y coherentes, capaces de adoptar medidas profundas y estructura­les, orientadas impulsar un crecimient­o potencial más digital, más verde, más inclusivo y más sostenible medioambie­ntalmente.

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