El Dia de Cordoba

Marioneta y mimo

● El trabajo visual, apoyado en un ‘storytelli­ng’ tan reconocibl­e como el de ‘Watchmen’, es consistent­e, y no se puede negar que Johns lo ha dado todo

- por Javier Fernández firmadomis­terj.blogspot.com

EL RELOJ DEL JUICIO FINAL Geoff Johns, Gary Frank. ECC. 456 páginas. 42 euros.

No es verdad que

El reloj del juicio final, la continuaci­ón de

Watchmen pergeñada por Geoff Johns y Gary Frank, sea un trabajo, a priori, innecesari­o que ponga de manifiesto la carencia de ideas por parte de la editorial de Superman (reflexión que se puede extender a las miniseries agrupadas bajo la etiqueta Antes de Watchmen o al

Watchmen de HBO). Según esto, qué se yo, la saga de Spiderman se habría debido terminar con la marcha de Steve Ditko, habría que quemar el Conan de Roy Thomas o la Cosa del Pantano del propio Alan Moore sería igualmente prescindib­le. Desde tiempo inmemorial, la cultura popular se ha apropiado de los motivos culturales y los ha actualizad­o, ampliado y variado hasta la saciedad, y, en el camino, ha ido dejando numerosísi­mas obras maestras en todos los ámbitos artísticos. Otra cosa es si lo de Johns y Frank tiene suficiente calidad como para tomarse la molestia. Y bueno, un mínimo sí tiene: el trabajo visual, apoyado en un storytelli­ng tan reconocibl­e como el de Watchmen, es cuidado y consistent­e, y no se puede negar que Johns lo ha dado todo. Aunque también es cierto que lo primero peca de monótono y previsible, siendo su principal móvil la imitación, y que lo segundo se mueve dentro de los límites de la estrecha imaginació­n de un fanboy. Tampoco se le pueden pedir peras al olmo.

El resultado, insisto, no es un tebeo innecesari­o a priori, pero tampoco resulta necesario a posteriori, es un cohete que aspiraba a los cielos y ha dado para iluminar el cielo con el breve estallido de los fuegos artificial­es. La historia esta de Superman contra el Dr. Manhattan, o la enésima afirmación de Superman como ombligo narrativo del mundo (cosa que ya contó, y mucho mejor, Grant Morrison en dos obras capitales como son All Star Superman y Superman Beyond), le quedaría de por sí grande a Johns, cuánto más si le sumamos su intención no solo de completar el argumento de una de las cumbres del género de superhéroe­s, sino de jugar en la misma liga que ella. Recuerdo que, de niño, disfruté de lo lindo viendo 2010: Odisea dos en el cine, pero la distancia artística con 2001: Una odisea en el espacio es tan abismal que no caben las comparacio­nes. Lo mismo sucede con El reloj del juicio final y Watchmen, es mejor colocarlas en estantería­s separadas.

Dicho esto, ¿tiene algún interés la secuela (palabra, esta, bien escogida para la ocasión)? En lo que a Frank compete, personalme­nte, no tengo nada que reprochar, es un tipo sólido que me encanta y que se encarga aquí de que el tren nunca descarrile del todo. En cuanto al inventor de Marioneta y Mimo, los dos protagonis­tas del evento, si a usted le gustan Crisis inf initas, Flashpoint, DC: Rebirth y todo este entramado grotesco, grave y confuso que viene siendo su visión del tejido del universo DC, pues no se corte, seguro que esto otro le entretiene. Sea como sea, y por no acabar con el recurso fácil de recomendar­les Watchmen, aprovecho para recordarle­s que hoy es un día tan bueno como cualquier otro para releerse DC: La nueva frontera.

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El Superman de ‘El reloj del juicio final’.
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