Un pueblo construido sobre sus propios valores y derechos

Tras 41 años de la celebración del referéndum andaluz, Andalucía sigue haciéndose y alcanzando grandes metas que refuerzan su desarrollo económico, social y cultural

LOS que nacimos bajo el amparo del Estatuto de Autonomía de Andalucía, -en mi caso, ya rozando los cuarenta-, y crecimos en una Andalucía floreciente, lo hicimos escuchando los recuerdos y las batallitas de quienes vivieron en primera persona las semanas previas al 28 de febrero de 1980. Y sí, es cierto que hubo mucho de heroísmo y coraje digno de ser ensalzado en aquellos días previos a la celebración del referéndum por el grado de autonomía de Andalucía. Fueron jornadas intensas de movilización ciudadana, de emoción y determinación, de calles y caravanas de coches vestidas de blanco y verde; de pintadas y mítines, de ilusiones y mucha expectación ante lo que estaba por venir.

Recién estrenada la democracia, parecía un paso lógico que los ciudadanos pudieran opinar sobre la autonomía de su territorio. Y pese a las trabas, lo hicieron,

28 de febrero 1980 Lo ocurrido en Andalucía fue algo insólito. Una movilización ciudadana convertida en norma

vaya si lo hicieron. El 28 de febrero de 1980, hace hoy 41 años, los andaluces salieron en masa de casa, esta vez hacia los colegios electorales, siendo conscientes de que la única forma de salir de su estancamiento centenario era dar el paso hacia su autogobierno.

Muchos de ellos no entendieron exactamente qué se les estaba preguntando en aquella papeleta, pero sí tenían clara la respuesta que querían dar. Había llegado el momento de que el pueblo andaluz decidiera sobre cómo deseaba llegar a la autonomía. Casi dos millones y medio de andaluces, el 58 por ciento de los censados, - 363.484 cordobeses, casi el 70 por ciento del censo electoral- acudieron a las urnas para decidir sobre su futuro.

Hay episodios casi épicos, de alcaldes de toda Andalucía movilizados, de miles de personas anónimas transmitiendo el mensaje de que había que acudir a las urnas sin que nadie se quedara atrás, y vecinos ayudándose unos a otros para ir a votar entre gritos y cantos de ‘Andalucía libre’. Días de banderas, de artistas andaluces involucrados en una gira por el ‘Sí’.

Pero no se trata solo de un recuerdo emocionante de quienes aquel día tomaron parte en el desarrollo autonómico de su tierra. Si en algo coinciden los protagonistas del momento es en que lo ocurrido en Andalucía fue algo insólito en la historia de España.

Una movilización ciudadana convertida en norma jurídica. Una reacción sorprendente del pueblo andaluz que, en opinión de los expertos, posicionó a Andalucía como parte fundamental en el

Progreso Andalucía la protagonizan las personas que con su trabajo y esfuerzo, han contribuido a su desarrollo

desarrollo de la España democrática y de la definición territorial tal y como hoy la conocemos. Los andaluces fueron un ejemplo de responsabilidad democrática, de un pueblo construido sobre sus propios valores y derechos.

Un pueblo que aún está haciéndose, porque la historia de un territorio y de su gente no tiene punto y final sino páginas y páginas de superación y heroísmo. Porque la Andalucía que es y puede ser, no quedó escondida como una imagen fija, en el recuerdo nostálgico de la movilización ciudadana. Está en la determinación con la que cientos de miles de personas se enfrentan a la vida para contribuir, con su esfuerzo, al desarrollo económico, social y cultural de esta tierra. También en todas aquellas que, aún habiendo nacido fuera de sus fronteras, se sienten parte de la comunidad andaluza y luchan por alcanzar una vida digna. En cualquier ámbito, hay iniciativas y figuras andaluzas que son punta de lanza en sus disciplinas: medicina, ciencia e investigación, economía y empresa, las artes, el derecho, la arquitectura, el espectáculo o el deporte... Andalucía alcanza grandes metas, como aquel 28 de febrero de 1980, y se exportan al mundo.