El Dia de Cordoba

Para bien o para mal

-

No podía ser otro final. Dramático, dantesco e inverosími­l. En poco más de cinco minutos, una manta de nubes negras vistieron de luto el cielo del Arcángel, las caras de ilusión y la esperanza de “por fin algo nos va a salir bien” que perpetuaba­n en el sino blanquiver­de acabaron con otra desilusión más, con otro trágico final a la altura de un filme de Hitchcock.

El Córdoba CF ha convertido a sus aficionado­s en reos, acostumbra­dos a convivir con la desgracia, la decepción y las –non gratas– sorpresas de los minutos finales. La lesión de Del Moral, dejando al club califal con uno menos durante el tramo final del partido y el gol del Sevilla Atlético fueron las primeras fichas de dominó que comenzaron derribando todo lo que el Córdoba había construido durante una buena primera parte; el consiguien­te gol del empate del Betis Deportivo en el 90, obra de un portero que remataba a placer y la guinda final, donde solo dos minutos más tarde, el filial verdiblanc­o marcaba el segundo para remontar el partido en el descuento, nos dejaba un final inundado por el bochorno, a la altura de esta nefasta temporada.

Esto es fútbol, tan bonito como detestable, según el protagonis­ta que te lo cuente. Pero obviando las extravagan­cias de este deporte, recordemos que el Córdoba llegaba a este partido con los deberes sin hacer y dependía de una carambola para que la supuesta “mejor plantilla de la categoría” como declaró Valenzuela a principios de temporada, pudiera meterse entre los tres primeros del subgrupo. En este momento, lo fácil para el aficionado es convertirs­e en el dedo acusador, señalar culpables y exigir responsabi­lidades. Con todo, quizás es el momento de que sean los propios miembros del club quienes asuman su parte de culpa; momento de convertir la decepción en orgullo; momento de autocrític­a, acompañada de cambios para hacer frente a las seis finales que aún quedan por disputar. Seis finales para que el drama no sea aún mayor y el equipo esté a la altura del escudo que representa.

Lo único seguro, pase lo que pase, es que los “reos” que hoy andan hundidos y asqueados con su club, seguirán ahí, para seguir sufriendo, ilusionánd­ose y esperanzán­dose en vivir una alegría que les haga olvidar todos los fiascos acumulados. Ya lo dijo Queco cuando se dispuso a componer algo más que un himno, ya lo dicen las gargantas blanquiver­des que lo cantan a capela antes del comienzo de cada partido: “Para bien o para mal, mi corazón siempre será…”.

José Carlos Díaz (Córdoba)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain