Momentos de intimidad y acercamiento
● La fe y el fervor sustentan una jornada sin actividades masivas que provocó contactos más directos en el interior de las iglesias
LA fe y el fervor sustentan este año una Semana Santa ensimismada e íntima, sin actividades masivas y sin la oportunidad de ver en la calle a centurias romanas, bandas de cornetas y tambores, agrupaciones musicales o legionarios en desfile marcial. Despojado de todo ornamento, el Martes Santo quedó desnudo, con lo imprescindible, y en el interior de las iglesias surgieron oportunidades de acercamiento a escenas dolorosas, lo que permitió comprender el padecimiento. Compartirlo. De alguna manera, esa es la hermandad que propugna la Semana Santa. Al desnudo, con sencillez, como obligan los tiempos del covid.
Es el martes el preludio de los días más grandes en los municipios de Córdoba, jornadas esperadas durante todo el año, aunque 2021 se vive como si los preparativos se alargaran y el momento ansiado nunca llegara. Al igual que el Domingo de Ramos y el Lunes Santo, las iglesias volvieron a abrir sus puertas desde primera hora de la mañana para ofrecer a fieles y devotos con mascarilla y con hidrogel en las manos la oportunidad de una veneración cercana e íntima. Guardando, eso sí, la distancia de seguridad: sin besamanos y sin besapiés. Acostumbrados ya a no tocar, 2022 será extraño.
En Lucena, la Humildad de Jesús, entregada a la resignación, la paciencia y la comprensión, se manifestó en el interior de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Y en San Mateo, la Cofradía de la Humillación expuso a sus titulares, participó de una misa y su agrupación musical realizó un desfile por el entorno de la feligresía al término de la tarde. En el mismo templo, el Cristo del Amor, tallado a finales del siglo XVII por Alonso de Cano, lució túnica blanca. Detrás, la Virgen de la Paz Campanitas y el Cristo de la Crucifixión contemplaron los dictados de la cruz de guía.
En Pozoblanco, el encuentro fue con el Nazareno y los Dolores; en Montilla, con el Zacatecas, la Humildad y la Santa Cena; en Priego de Córdoba, con la Caridad, y en Palma del Río, por citar otra, con el Huerto.