La Pasión vista con otros ojos
● Córdoba disfruta de un día cargado de simbología e ilusión donde las hermandades más jóvenes son las protagonistas
El Cristo de la Agonía, en su Gólgota, ha recibido el cariño del barrio de El Naranjo
SI algo caracteriza al Martes Santo del resto de la Semana Santa es la juventud. Es el día en el que la antigüedad media de las cofradías es la menor de todas las jornadas, a lo que se une que sus cortejos se llenan de nazarenos muy jóvenes. Las hermandades de la Agonía, la Universitaria, la Sangre, el Buen Suceso, la Santa Faz y el Prendimiento celebran su gran día, entre restricciones y controles de aforo, pero con un ejercicio de fe, oración y pasión por un futuro mejor.
Como ya sucediese en los días precedentes, Córdoba se ha vuelto a echar a la calle para poder disfrutar de los altares que realizaron las cofradías para este Martes Santo. La primavera sigue su curso, el calor aumenta y el azahar hace el resto. Toda una explosión de sensaciones. Un cóctel maravilloso que cortocircuitea el maldito coronavirus.
Juventud, divino tesoro. Como el poema de Rubén Darío. Eso es lo que une mayoritariamente a las seis hermandades de este Martes Santo. Los jóvenes son el futuro. Y así lo demuestran en sus respectivas cofradías. Ilusión, fe y esperanza en poder ver de nuevo a sus titulares en las calles de la ciudad, aunque este año se disfrute de otra manera, más íntima, especial y diferente.
Este gran día siempre arranca en la Santa Iglesia Catedral. Este año fue así por el acto penitencial conjunto de las seis corporaciones de este día. En el mayor templo de la diócesis aguardan a 2022 para ver partir a la hermandad de la Agonía hacia su casa, al barrio de El Naranjo. Este año, como en sus inicios, ha recibido en la parroquia de la Victoria a los fieles y devotos del Cristo de la Agonía y la Virgen de la Salud. Un año en el que no se ha podido
escuchar marchas como Gólgota, Amaneceres o Fragancias de un
Martes Santo por la banda de cornetas y tambores de la Salud.
Lejos de la ciudad, desde su particular Gólgota, el Cristo de la Agonía presidió el altar mayor. Cerca estaba la Virgen de la Salud, en su capilla y bajo la bambalina bordada de su palio. Su barrio se volcó con su hermandad, con coronas, ofrendas y rezos para poder ver cruzar de nuevo a su cofradía por el parque de la Asomadilla rumbo a Córdoba y a la Santa Iglesia Catedral.
En la iglesia del Juramento de San Rafael, la hermandad Universitaria le dio el toque de simbolismo a este Martes Santo. El Cristo de la Universidad y la Virgen de la Presentación, antaño procesionaban el Jueves de Pasión, impresionan año tras año. En un altar muy peculiar, que está cargado de simbología, con la Virgen sin su corona y con un paño en sus manos, a la derecha de su hijo crucificado. Y con el Arcángel San Rafael, muy cerca. Hasta allí llegaron numerosos devotos para rezar y pedir salud a los titulares de esta corporación.
A escasos metros, la hermandad del Buen Suceso abrió de nuevo las puertas de la iglesia de San Andrés, como ya lo hizo la cofradía hermana de la Esperanza. En un exquisito altar, con todas las
imágenes del misterio, Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso, sin su cruz en el hombro, destaca junto a la Virgen de la Caridad, que estaba en un primer término. Hasta allí llegaron fieles y devotos, pero también lo hizo una representación de la Agrupación de Cofradías, encabezada por su presidenta Olga Caballero.
Subiendo hacia el centro, otra cita de este Martes Santo estaba en la plaza de Capuchinos. El Señor de la Sangre, que celebró unos cultos históricos este año en el convento del Císter, su antigua y recoleta casa, y la Reina de los Ángeles permanecieron en la iglesia del Santo Ángel, donde los fieles y devotos caminaron por el empedrado de esta bella plaza. Incienso, rezos y oraciones de una corporación que siempre recuerda su pasado más cercano.
De Capuchinos a la Trinidad, que abrió de nuevo sus puertas para que se puedan venerar a los titulares de la hermandad de la Santa Faz. En un altar donde se puede ver el encuentro del Señor con la Santa Mujer Verónica. También se encuentran Santa Marta y la Virgen de la Trinidad, todo un conjunto que está sobre los respiraderos del paso de palio. Hubo saetas, no tantas como en una noche de vuelta a su templo, y devoción de los jóvenes a su cofradía, con la que ansían poder hacer estación de penitencia la próxima Semana Santa, si el covid-19 lo permite.
Pero si hablamos de juventud, tenemos que mirar hacia el Santuario de María Auxiliadora, donde se cierra habitualmente este Martes Santo. El Divino Salvador y la Virgen de la Piedad recibieron el cariño de numerosos fieles de una hermandad que se ha volcado este año con sus actos. Completa Cuaresma la de la cofradía salesiana. Con control de aforo y estrictas medidas, las colas se hicieron patentes en este gran día. También quiso estar presente la Agrupación del Cristo de Gracia, a la que no podremos escuchar en esta Semana Santa. Marchas como La traición, Prendimiento de Jesús o Ángeles Salesianos no se escucharon, pero volverán a escucharse, como volverá ese regreso por el Realejo hacia su Santuario de la hermandad del Prendimiento. Ojalá sea en 2022.