Llanto por El Algarrobico
Siempre me he preguntado quién está al servicio de quién. ¿El hombre al servicio de la Tierra o la Tierra al servicio del ser humano? Lamentablemente, este dicho ha saltado hecho añicos como confirma la sentencia de la Audiencia Nacional que desestima que los daños económicos exigidos por la empresa propietaria del hotel El Algarrobico sean imputables a la “desidia y desatención” de las administraciones públicas responsables. Y yo añado: impericia, cobardía y falta de agallas de algunos políticos que no supieron o no quisieron abortar en tiempo y forma el inicio de las obras, cuando entró la primera excavadora en el solar donde está ubicado el magnífico edificio. Con esta demoledora acción han enterrado no sólo la gran ilusión de la propiedad, los técnicos y trabajadores que intervinieron en su construcción, sino también, lo más sangrante, se perderán más de 400 puestos de trabajo que el hotel pensaba contratar para atender el servicio de más de 800 personas. Todo esto está ocurriendo en una de las comarcas más deprimidas de nuestro país.
Este edificio no se levantó en el tiempo que se tarda en montar una tienda de campaña. Hay personas que han mirado hacia otro lado o escurrido el bulto, y éstas deben arrostrar con las consecuencias que se han derivado de este enojoso asunto. Todas ellas estaban o están en el Ayuntamiento de Carboneras, en la Delegación de la Junta en Almería, en la misma Junta de Andalucía, en la Demarcación de Costas o en el Gobierno de la nación. Todos hicieron causa común mirando para otro lado mientras que el hotel más vapuleado de España crecía día a día. Entre todos lo mataron y el solo se murió. Pero no hay motivo de preocupación para hacer frente al enorme y millonario gasto económico que se está derivando de este asunto. Para eso está el pueblo llano que, sin tener culpa de nada, tendrá que apechugar con nuestro dinero, léase impuestos y el aumento de los mismos, por la negligencia y vagancia de los políticos intervinientes y causantes del llanto por el hotel de El Algarrobico. Antonio Caparrós (correo electrónico)