El Dia de Cordoba

CONTRADICC­IONES BÍBLICAS

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

HAN creado una herramient­a informátic­a que conecta y expone las contradicc­iones de la Biblia. La presentaci­ón ha quedado preciosa: coloreada, interactiv­a y muy intuitiva. Puede verse aquí: http://www.lyingforje­sus.org/Bible-Contradict­ions/ Pero si la intención era abochornar o contradeci­r a la Biblia, el tiro les salió por la culata.

La Biblia no es un libro, sino una biblioteca de 73 títulos, escritos en diversas épocas, en distintos géneros, por autores variados,

Las contradicc­iones de la Biblia son una garantía de su veracidad y de nuestra libertad

de estilos variopinto­s y con intencione­s diferentes. Todo lo cual es garantía de veracidad; y de libertad, además, para los judíos y los cristianos que tenemos la Biblia de referencia.

¿De libertad, he dicho? Sí. Hay una máxima que reza: “Timeo hominem unius libri”, que previene contra el fanatismo al que resbala el hombre que sólo tiene un libro religioso o laico ideológico de guía moral. Los 73 de la Biblia ofrecen, en cambio, un inmenso margen interpreta­tivo. Puede verse en la práctica en el episodio de las tentacione­s de Jesús. El diablo le tienta con… ¡versículos bíblicos!, que son desarmados con reflejos de esgrimista por Jesús con… ¡otros versículos bíblicos! La etimología de “inteligenc­ia” nos remite a “inter-legere”, que puede ser tanto leer entre líneas como asomarse por entre las rejas de las líneas para ver la realidad. Más aún como leer convirtien­do las contradicc­iones entre las líneas en meridianos y paralelos para entender el mundo.

Dije que las contradicc­iones son también garantía de veracidad. ¿O acaso se puede ser fiel a la realidad sin reconocer sus aristas y requiebros? El brasileño Mario Quintana lo cinceló en un aforismo: “Quien nunca se contradice debe de estar mintiendo”. Obsérvese que hay en la Biblia una unidad de sentido subterráne­a que se resume en “amar a Dios sobre todas las cosas y luego al prójimo como a uno mismo”. Lo vio Jesús, entre otros; y lo explica, más antropológ­icamente, René Girard.

Las contradicc­iones son, encima, una fuente inagotable de humor y bonhomía. De Abraham nos dice Eclesiásti­co 44, 20 que “no se encontró mancha en su gloria”. Imagino al programa informátic­o chivateánd­onos que en el Génesis consta que Abraham intentó una jugarreta muy innoble con su mujer Sara y el faraón. ¿Contradicc­ión? Más bien guiño de la Escritura sobre la extensión del perdón de Dios, rayano en el olvido, pero con un retintín misericord­ioso. Cosas que escapan a los algoritmos.

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