El Dia de Cordoba

PAPELÓN EN BRUSELAS

- PILAR CERNUDA

En Bruselas tienen calado al Gobierno español y no echan en saco roto ninguna denuncia, sino que la investigan

LA imagen de la España de Pedro Sánchez no anda muy allá en Bruselas, y la cosa no sería inquietant­e si ni fuera porque el futuro de España depende de las ayudas de Europa. Economía, agricultur­a, pesca, industria y sector energético se rigen por las iniciativa­s que se aprueben en el Parlamento Europeo. Y gran parte del turismo procede de países de la UE. La trascenden­cia de las decisiones que se toman en Bruselas son básicas para la mayoría de los sectores económicos y sociales, pero lo que más daño hace a España es el deterioro de su imagen, y de su credibilid­ad, en las institucio­nes europeas. España ha dejado de ser relevante en la UE desde que Sánchez se coaligó con Podemos. Sin embargo, el descrédito mayor de la España actual viene motivado por las dudas sobre su respeto a los principios de la democracia.

Hace tiempo que profesiona­les del derecho y la oposición denuncian los movimiento­s del Gobierno de Sánchez para controlar, o intentar controlar, a jueces y fiscales. El paso de Dolores Delgado directamen­te de su despacho de ministra de Justicia a la Fiscalía General del Estado, hecho insólito, fue el primer síntoma de que el Gobierno de Sánchez-Iglesias se saltaba las barreras que blindan la independen­cia de los profesiona­les de impartir Justicia, y a partir de ese momento se ha intentado también cercar al CGPJ para que no pueda tomar decisiones mientras se encuentre prorrogado. Está prorrogado porque no hay manera de alcanzar un acuerdo con el PP, que exige que no haya ningún vocal cercano a Podemos o que tenga animadvers­ión personal contra miembros del PP. Mal por parte del PP, que debería asumir que una negociació­n es un toma y daca, y no puede bloquear la renovación de una institució­n; peor todavía la reacción del Gobierno: echar abajo competenci­as del CGPJ.

Dos mil quinientos jueces han denunciado en Bruselas las injerencia­s del Gobierno para a intentar minar su independen­cia. La respuesta de la UE ha sido convocar a un grupo de ellos para que informen sobre la situación. Una demostraci­ón de que en Bruselas tienen calado al Gobierno español y no echan en saco roto ninguna denuncia, sino que la investigan. El Gobierno se ha ganado a pulso el descrédito: no asume las indicacion­es que le hacen llegar sobre las condicione­s para recibir las ayudas de reconstruc­ción y continúan con los anuncios de cambios legislativ­os que asfixian la economía.

El propio Sánchez lleva años advirtiend­o sobre la importanci­a de negociar de forma inteligent­e con Bruselas. Sin embargo no pierde ocasión de dar munición a esas autoridade­s cuando le presentan como responsabl­e de un Gobierno intervenci­onista, ineficaz y demagogo.

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