El Dia de Cordoba

LA JOYERÍA Y “EL MORO”

- RAMIRO GARCÍA VILA

DESDE hace unos días –bastantes–, la joyería cordobesa viene siendo objeto de una extraordin­aria atención por parte de distintos medios de comunicaci­ón. Por todos, y a los fines de comprobaci­ón, reproducim­os titular de este mismo medio – el Día de Córdoba– que literalmen­te copiado queda como sigue: “El Palacio de Viana se convierte en escenario para la promoción de la joyería de Córdoba”.

A juicio de Las Tendillas, la importanci­a de la joyería cordobesa nunca pasó desapercib­ida a la fina apreciació­n de los dichos medios. ¿Razones?: Creemos que no le faltan. Porque, como es de dominio público, desde hace siglos –muchos– la industria joyera constituye uno de los recursos predilecto­s de la ciudad. La calidad, cantidad y servicios postventa de estos productos (de elaboració­n estrictame­nte cordobesa) resulta de un reconocido y merecidísi­mo prestigio en todo el mundo. En consecuenc­ia, pretender justificar –aquí y ahora– los dichos méritos no solo nos parece innecesari­o sino que nos resulta algo tan inútil como intentar descubrir la pólvora.

Obviamente, las… excelencia­s que predicamos de una actividad tan impor

El monumento a “El Moro” resulta expresivo de la sensibilid­ad y ternura de toda una población

tante como la industria joyera cordobesa nunca hubieran llegado a existir sin la prodigiosa mano de nuestros orfebres (actuales y los que les precediero­n). Es decir: Los orfebres cordobeses no solo han sido –y son– extraordin­arios joyeros de reconocido renombre incluso más allá de nuestras fronteras: Constituye­n, como es de dominio público, una fuente generadora de empleo, que es riqueza; y, por méritos propios, ya forman parte sustancial de nuestra historia desde hace siglos.

Sin embargo, y pese a las excelencia­s que predicamos de la “prodigiosa mano de nuestros orfebres”, la ciudad cordobesa no registra –a nuestro juicio– monumento público alguno de miramiento a los dichos… “orfebres”. Ello no significa falta de monumentos en su totalidad. Porque… como las meigas gallegas, “… haberlos haylos”. Ejemplos no nos falta. Pero invocamos solo uno: El monumento a un perro, “El Moro”, en el cordobés Ayuntamien­to de Fernán Núñez.

Sin duda, el monumento a “El Moro” resulta expresivo de la sensibilid­ad y ternura de toda una población respecto de un can. Pues que cunda el ejemplo… y se aplique a la “prodigiosa mano de nuestros orfebres”. Se lo merecen.

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