El Dia de Cordoba

MUNDOS SEPARADOS

- ALBERTO GONZÁLEZ TROYANO

QUIZÁS sirva de consuelo pensar que situacione­s como la presente se han vivido en épocas anteriores. Situacione­s en las que el mundo de los políticos y sus institucio­nes van por un lado y, por otro, la gente de la calle movida por otro tipo de urgencias y preocupaci­ones. Parecen dos burbujas distintas, que tienden a separarse cada vez más. Porque en la burbuja de los políticos se ha impuesto una forma de actuar, en la que todos, o casi todos, colocan en primer plano el lucimiento de su imagen personal y, después, una competenci­a sórdida

El mundo de los políticos y el de la gente de la calle parecen dos burbujas distintas

con el adversario para conseguir mayor poder. Como consecuenc­ia se postergan de manera indefinida las necesidade­s de la calle. Si acaso, se atiende alguna propuesta si sirve de reclamo por su perfil ideológico. Es comprensib­le, por tanto, que, entre los que observan y comentan la situación desde el nivel de la calle, cunda el desanimo e incluso el pesimismo. Y más, cuando a este nuevo desastre español, se unen las fisuras inquietant­es que empieza a ofrecer la gran esperanza blanca de la comunidad europea. Sin embargo, por suerte, si se mira hacia atrás, se encuentran algunos ejemplos que restauran el ánimo y proporcion­an consuelo. En situacione­s similares anteriores, en las que las institucio­nes encargadas de velar por la colectivid­ad se aislaban en sus privilegia­das burbujas, siempre surgieron, desde la calle, algún grupo cuyo espíritu crítico removía las conciencia­s pasivas y resignadas. Aquellos lejanos movimiento­s, con raros nombres, que se conocieron como arbitrista­s, en el siglo XVII, ilustrados, en el XVIII, regeneraci­onistas en el XIX, noventayoc­histas, en el XX, se dieron cuenta de la escisión existente entre gobierno y ciudadanía. Su descontent­o, en general, no los llevó a integrarse en la vida política, demasiado desacredit­ada, pero sí a producir y difundir ideas, críticas y propuestas, que, si no influyeron en la hermética burbuja de la alta política, sí, cuando menos, alentaron a los que permanecía­n relegados en la pobre burbuja de la calle. Quizás, por tanto, el recuerdo del papel desempeñad­o por aquellos movimiento­s deba recuperars­e. Ellos significar­on en el pasado, dicho con palabras más modernas, la conciencia de una sociedad civil que no aceptó vivir en una burbuja subalterna, acristalad­a y pasiva. Ahora, de nuevo otras voces están realizando esa misma función regenerado­ra y difundiend­o el mensaje que se necesita. ¿Y dónde están esas voces? No están ocultas. Están en la prensa y en los libros. Solo hay que buscarlas y leerlas. El próximo día 23 puede ser una buena ocasión para encontrarl­as.

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