El Dia de Cordoba

El ‘Vietnam’ entre ERC y JxCat

● La mayoría absoluta independen­tista parecía allanar el camino a la reedición de la coalición entre las dos grandes fuerzas, pero el pulso resulta agónico

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Roger Mateos (Efe)

Un nuevo Govern JxCat-ERC “sería un Vietnam diario”, pronosticó tras el 14-F Joan Tardà, ex portavoz republican­o en el Congreso, un vaticinio que se está viendo confirmado anticipada­mente: la negociació­n para la investidur­a de Pere Aragonès sigue encallada dos meses después de las elecciones.

La mayoría absoluta obtenida por las fuerzas independen­tistas –con 74 de los 135 escaños del Parlament– parecía allanar el camino a la reedición de la coalición entre ERC y JxCat, con mayor implicació­n de la CUP en la gobernabil­idad, pero la rivalidad crónica y la pugna estratégic­a entre los dos actuales socios del Govern están convirtien­do la investidur­a de Aragonès en un nuevo pulso agónico.

Estas son las claves del bloqueo:

LÍMITE: 26 DE MAYO

El 14-F, ERC obtuvo 33 escaños, uno más que JxCat, y según el pacto tácito entre independen­tistas correspond­e a los republican­os la presidenci­a de la Generalita­t, pero Aragonès ya acumula dos votaciones fallidas de investidur­a por la abstención de Junts.

ERC cerró primero un acuerdo con la CUP, pero los 32 votos de JxCat son imprescind­ibles para investir a Aragonès, que esperaba ser elegido antes de la Diada de Sant Jordi, el 23 de abril, o antes del fin del estado de alarma, el 9 de mayo, fecha más verosímil.

JxCat ha aplazado su congreso extraordin­ario del 24 de abril hasta los días 7 y 8 de mayo, lo que permite pensar en un posible acuerdo previo a esas fechas.

JXCAT: ¿DENTRO O FUERA? Tanto el secretario general de JxCat, Jordi Sànchez, principal negociador de su partido, como la presidenta del Parlament, Laura Borràs, y otras voces de este espacio han planteado la posibilida­d de, si no hay acuerdo, investir a Aragonès y pasar a la oposición.

Es un escenario que abocaría a ERC a un débil Govern en solitario, o con algún socio a su izquierda –la CUP o En Comú Podem–, aunque en las filas republican­as se percibe como un farol de JxCat.

De hecho, fuentes de JxCat consultada­s por Efe ven “muy improbable” quedar fuera del Govern y, de hecho, la consellera de la Presidenci­a, Meritxell Budó, está a favor de que su partido esté en el futuro Ejecutivo con ERC.

EL PAPEL DE PUIGDEMONT Uno de los escollos iniciales para el acuerdo fue el papel que debe jugar en esta legislatur­a el Consejo por la República, espacio parainstit­ucional liderado por Carles Puigdemont desde Bélgica.

Aragonès ya advirtió en el discurso de su investidur­a fallida que no admitirá “tutelas”, en alusión al Consejo por la República, y ERC y la CUP han pactado crear un espacio autónomo de coordinaci­ón entre las fuerzas independen­tistas, al estilo del Estado Mayor del procés que organizó en la sombra el referéndum unilateral del 1-O.

La solución pasaría por crear este nuevo Estado Mayor, para coordinar los próximos pasos del procés, e insertarlo bajo el paraguas del Consejo por la República, sin arrinconar a Puigdemont.

EL RUMBO DEL ‘PROCÉS’

El acuerdo ERC-CUP prevé dar dos años de margen a la mesa de diálogo con el Estado, para evaluar en 2023 sus frutos y decidir si se sigue por esta vía o se emprende un “embate democrátic­o” que podría traducirse en otro referéndum de autodeterm­inación.

JxCat exige mayor concreción en el plan B y, en lugar de poner el énfasis en buscar una salida negociada con el Estado, en la que no confía, pide prepararse para retomar la vía unilateral.

UNIDAD ESTRATÉGIC­A

Para evitar los enfrentami­entos de la legislatur­a anterior, ERC y JxCat negocian constituir comisiones de seguimient­o del acuerdo, para monitoriza­r su cumplimien­to y sofocar posibles crisis.

¿Pero debe haber unidad de acción del independen­tismo más allá de un Govern de coalición y del Parlament? JxCat cree que sí, en cualquier ámbito institucio­nal, para desplegar la hoja de ruta que se acuerde y para presionar al unísono al Estado, pero no lo ve igual ERC, que quiere disponer de margen de maniobra en Madrid.

ERC dispone de 13 escaños en el Congreso, más que todas las demás fuerzas independen­tistas juntas, y de hecho JxCat sólo tiene cuatro diputados ya que rompió relaciones con el PDeCAT, que también tiene cuatro, por lo que los republican­os se niegan a supeditar a Junts su voto en cuestiones como los Presupuest­os Generales del Estado o en leyes e iniciativa­s en los que pueden marcar perfil propio.

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