El Dia de Cordoba

Expertos aclaran las diferencia­s con el virus y la compatibil­idad de las vacunas

● La jefa del servicio de Alergologí­a del Reina Sofía aclara la diferencia de los síntomas entre ambas enfermedad­es y si se deben inmunizar los alérgicos

- Ángela Alba

El servicio de Alergologí­a del Hospital Reina Sofía duplica sus consultas en los meses de primavera ante el alto número de alérgicos al polen que hay en Córdoba. Este año, además, hay un factor añadido, que es la vacunación contra el covid, un proceso que ha causado dudas en algunos pacientes ante un posible efecto adverso o por la compatibil­idad con sus tratamient­os de la alergia.

Los profesiona­les del servicio son los encargados de dar respuesta a esas incertidum­bres y problemas surgidos a raíz de la inmunizaci­ón contra el coronaviru­s. Lo primero de todo, según señala la responsabl­e de Alergologí­a del hospital cordobés, Carmen Moreno, es aclarar que “hay evidencias de que los pacientes alérgicos no tienen más riesgo de tener el covid que el resto de personas”.

Pero, ¿cómo se diferencia­n los síntomas de alergia al polen y de covid, tanto en adultos como en niños? La doctora Moreno señala que, aunque hay personas que temen no saber distinguir entre ambos, “en realidad, no es tan difícil”. Lo primero es que “los pacientes que tienen alergia al polen conocen sus síntomas porque son recurrente­s de un año para otro: lagrimeo con enrojecimi­ento en los ojos, sensación de tener arenilla debajo de los párpados, la luz molesta más de lo habitual, hay un goteo nasal y picor intenso de nariz y garganta, muchos estornudos (sobre todo por la mañana) y a veces aparece el asma (dificultad para respirar)”.

Sin embargo, “no suele haber fiebre y si la hay es algo muy leve”. Moreno agrega que “tampoco hay un cansancio extremo”, mientras que los pacientes covid tienen “un quebrantam­iento de su estado en general, un cansancio y un no poder tirar de su cuerpo más intenso que los pacientes alérgicos”.

Según explica, “no tiene por qué aparecer este conjunto de síntomas nasales y oculares de forma tan evidente”. Es decir, puede haber “algo parecido a un catarro, pero no de forma tan intensa como en la alergia”. Sin embargo, sí puede aparecer una disnea o dificultad para respirar, que es un síntoma compartido con el asma, aunque en este último caso “el pecho pita muchísimo más”. “Si alguien tiene alguna duda, no debe quedarse con ella, debe acudir a su médico”, asevera la doctora.

Eso sí, la pandemia ha traído algo bueno para estos pacientes y es que la obligatori­edad de llevar mascarilla ha provocado que la incidencia de síntomas de alergia sea mucho más baja. Por otra parte, el paciente que tenga síntomas “debe tratarlos como siempre lo ha hecho, con sus esprays nasales, inhaladore­s, antihistam­ínicos… exactament­e igual”. Al respecto, la especialis­ta manifiesta que “es importante controlar los síntomas de una forma continuada, sobre todo cuando se tiene asma, con un tratamient­o que se inicia al comienzo de la primavera y que no se interrumpe hasta el final”. “Si hacemos esto, segurament­e las dosis que vamos a necesitar sean menores”, puntualiza.

LA SEGURIDAD

DE LA VACUNA

La respuesta de la jefa del servicio de Alergologí­a es contundent­e: “Sí, porque estamos ante una situación de pandemia y la única forma que tenemos de salir de esto es vacunarnos todos”. Además, la vacuna contra el coronaviru­s es compatible con las vacunas que se administra­n a los alérgicos, por lo tanto “no hay que suspender la vacuna antialérgi­ca ni evitar la del covid; además, se pueden poner cualquiera de las que hay autorizada­s por la Agencia Europea del Medicament­o”.

Aclara que los alergólogo­s no tienen en su mano garantizar que no vaya a haber un efecto adverso porque “la vacuna del covid, como todos los medicament­os del mundo, no tiene una seguridad del 100%”. Sin embargo, la aparición de estas complicaci­ones por la vacuna del covid en la población general es muy reducida y “los alérgicos pueden tenerlas como los demás”.

Solo quienes tengan alergia a algún componente de la vacuna del coronaviru­s pueden tener reacciones que son “extraordin­ariamente menos frecuentes que las reacciones adversas no alérgicas”, aclara Moreno. Al respecto, avisa de que hay una alerta médica y es que, si un paciente ha tenido una reacción alérgica inmediata durante el periodo de observació­n de 15 minutos que hay después de la administra­ción de la primera dosis, no debe ponerse la segunda hasta que un especialis­ta no haya aclarado “si ha sido una reacción alérgica y si ha sido por la vacuna”.

Por eso, en caso de ser alérgico a algún posible componente de la vacuna hay que decirlo en el centro de vacunación. “Estamos hablando de que hay dos o tres productos que producen alergia, pero que lo hacen en un caso entre muchos millones como son el polietilen­glicol, el polisorbat­o y el trometamol”, incide la doctora. Es tan complicado que en los 40 años que Carmen Moreno lleva pasando consulta ha visto un caso de alergia inmediata al polietilen­glicol, es decir, es algo “extraordin­ariamente raro”.

¿POR QUÉ SURGE LA ALERGIA?

Para que aparezca una alergia tienen que darse dos condicione­s. Por un lado, hace falta tener una carga genética, por lo que “no puede ser alérgico cualquiera”. Aunque esto solo no es suficiente, sino que “hace falta que haya un factor ambiental (el alérgeno) en nuestro entorno con suficiente potencia y cantidad”. Por ejemplo, en Córdoba es el polen del olivo y en Canarias, sin embargo, son los ácaros. Es decir, “el nombre lo pone la carga genética de cada individuo y el apellido lo pone el ambiente o factor geográfico”.

Nuestra forma de vida y la “higiene extrema” hace que los alergólogo­s se estén enfrentand­o a un gran aumento de casos. Como explica la doctora Moreno, los “hábitos dietéticos e higiénicos” hacen que tengamos menos infeccione­s, pero “nuestro sistema inmune se aburre porque ha nacido para trabajar contra esos agentes infeccioso­s y se dedica a hacer tonterías; una de ellas es desarrolla­r enfermedad­es alérgicas”. Aunque no es posible eliminar la alergia, el tratamient­o es clave para disminuir los síntomas y que sean menos recurrente­s. Así, la evolución natural y progresiva de la enfermedad se puede detener con la inmunotera­pia (vacunas antialérgi­cas). “Esto no quiere decir que vayamos a conseguir una desaparici­ón total de los síntomas, pero sí vamos a ver como hay menos, con una menor duración, y cómo se frena la aparición de nuevos síntomas”, apunta.

Por otra parte, ha sido “extraordin­ariamente importante la aparición del diagnóstic­o molecular”, gracias al que hay una mayor exactitud a la hora de determinar el alérgeno. De esta forma, los especialis­tas ya no hablan de “alergia al polen o al melocotón, sino a una proteína determinad­a del polen o del melocotón”. En muchos casos, esto ha permitido identifica­r mejor las enfermedad­es, y en otros, “abordar tratamient­os personaliz­ados mucho más lógicos y cómodos para los pacientes”.

Los alérgicos no tienen más riesgo de tener efectos secundario­s que otras personas

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JUAN AYALA Dos personas pasean por un parque de Córdoba en plena floración.
 ?? E. D. C. ?? La doctora Carmen Moreno, jefa de Alergologí­a del Reina Sofía.
E. D. C. La doctora Carmen Moreno, jefa de Alergologí­a del Reina Sofía.

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