El Dia de Cordoba

Érase una vez la vacuna

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Ha transcurri­do ya más de un año del inicio de la actual pandemia. La llegada de imágenes de película de ciencia ficción, procedente de China, mostrándon­os la construcci­ón de hospitales en tiempo récord y empleados envueltos en trajes futuristas desinfecta­ndo las calles, llamaron nuestra atención al mismo tiempo que se percibían como muy lejanas. Más tardes empezamos a sentir el problema en nuestras propias carnes con noticias de muertes de ancianos en residencia­s, saturación de hospitales con UCI colapsadas, etcétera. La sociedad, y por extensión la humanidad, se encuentra en uno de los retos más difíciles con los que nos hemos enfrentado nunca. La toma de medidas contra la pandemia como el confinamie­nto, el aislamient­o, la distancia social, los test masivos, el uso de mascarilla­s o el cierre de fronteras, al mismo tiempo que impopulare­s por sí mismas, no han resultado efectivas y además están significan­do el origen de una gran crisis económica que hoy por hoy afecta a muchas familias. Finalmente, hemos aceptado la vacunación como única solución a esta pesadilla, pero esto no iba a resultar fácil. La aparición de efectos secundario­s tras la vacunación ha generado informació­n discordant­e, creando confusión en la población, siempre dada a sacar sus propias conclusion­es. Si estamos dispuestos a montarnos en un coche, a pasear por una ciudad transitada, a automedica­rnos, a abusar de comida basura de tabaco o alcohol ¿por qué rechazar la vacunación por sus efectos secundario­s cuando se ha demostrado que ésta reduce enormement­e las probabilid­ades de morir por covid comparado con el riesgo de morir como complicaci­ón de la vacuna? La peor vacuna es la no administra­da. Hugo Cabello (Jerez de la Frontera)

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