NACER SIN PÍXELES

EL mundo del corazón parece subsistir a base de recambios. A rey muerto, rey puesto. Tiene sus propios mecanismos, más o menos acordados, más o menos tácitos, para que el personal que vive del cotilleo y hasta de sacar las tiras de la piel del famoso, no se quede sin nómina.

Es un curioso, cuantioso y cómodo dinero que se gana por sentarse en un plató a largar. Ese chollo no quiere perderlo nadie que haya metido la cabeza en el tinglado. Y su cobro fijo como si fuera el de un funcionario, consiste en hacer periódicas remesas de aquellos que por turnos van dando la carnaza.

Todavía se está cruzando el paso del ecuador por la dramática existencia de Rocío Carrasco (como si fuera la historia más larga jamás contada), cuando los especialistas en fichajes se han echado encima de los 18 años de Julia Janeiro desde el mismísimo día en que los cumplió, con tanto ahínco y vehemencia por celebrarlos como si le hubieran dado una fiesta sorpresa a las mismas puertas de su casa.

El nuevo personaje fue servido en tarta, con las velas aún por apagar. Ahora que queda liberada de píxeles, su inmediata creación será muy útil para la renovación a largo plazo de los contratos. Belén Esteban incluso ha reivindicado la misma sangre paterna de Julia con la de su hija, anunciando que la defenderá cuando toque, legitimando su nuevo papel en que son hermanas. Quizá no ha olvidado aún la Esteban el día que su Andreita cumplió los 18 y desaparecieron los píxeles y emborronados de aquel rostro. Ríos de insultos sin piedad de expertos en belleza que imagino paró con juzgados y abogados, no hay famoso sin un buen letrado adosado a la nómina. Salud, querella y amor...

Es como un mundo aparte, mientras el otro, el de la pandemia, sigue en sus vacunas, las restricciones horarias, los cierres perimetrales o la desesperación de la hostelería. Todo eso no llega al planeta rosa, que nunca tiene toques de queda, y que con Juls (como ya empiezan a llamarla) tiene asegurado otro plato que llevarse a la boca. Será por hablar...