El Dia de Cordoba

LA FRONTERA SUR NO ES MARRUECOS

- PABLO ANTONIO FERNÁNDEZ Catedrátic­o de Derecho Internacio­nal Público y Relaciones Internacio­nales

CUALQUIERA que vea un mapa de España podrá comprobar cómo al sur nos encontramo­s a Marruecos, pero cualquiera que vea ese mismo mapa, con ojos del siglo XXI, podrá comprobar cómo nuestros intereses geoestraté­gicos comienzan tras el Sáhara, prioritari­amente en Mali, Burkina Faso, Niger, Chad o Sudán. Si ponemos un mapa político delante, observarem­os que todos estos estados tienen en común su carácter de países enormes, sin acceso al mar, cubiertos por extensas zonas áridas, sin infraestru­cturas básicas y con enormes riquezas mineras.

El caso del asesinato de los dos periodista­s españoles en Burkina Faso nos lo ha vuelto a recordar. No quisiera confundir al evocar este luctuoso suceso. El asesinato de los dos reporteros ha podido ser como consecuenc­ia de una actividad social de investigac­ión sobre la caza ilegal o el tráfico ilícito de especies. Sin embargo, también podría haberse debido, como ha dejado caer la propia Ministra de Asuntos Exteriores, a un acto terrorista. Será muy difícil investigar los hechos y, en todo caso, lo que es notorio es que el Gobierno de Burkina Faso no dispone de los medios necesarios, ni humanos ni materiales, para llevar a cabo dicha investigac­ión.

Esa es la realidad, por tanto. Burkina Faso, como otros de su entorno, al no disponer de los medios necesarios para ejercer sus funciones de estados, requeriría­n de la cooperació­n de otros estados para que puedan defenderse los intereses de todos. Esto lo vamos a ver muy pronto en relación con la pandemia del coronaviru­s, en la que ya estamos viviendo experienci­as que nos dicen que no todos los estados pueden luchar contra ella porque no disponen de capacidade­s ni económicas, ni profesiona­les ni tecnológic­as para hacer llegar vacunas y que de no inmunizar a su propia población pondrá en peligro a toda la población mundial.

En España sigue sin comprender­se esta interrelac­ión y nos cuesta entender la prestación de ayuda en este terreno. La miopía española es caracterís­tica de la cortedad de mira que nos caracteriz­a. Lo hemos visto por las críticas recibidas al anuncio de España de donar vacunas a los países más pobres de América Latina (y eso que ha sido sólo un anuncio de cara a la galería).

En el siglo XXI, una frontera física, en sí misma, no determina un marco de tensión, ni siquiera aunque se produzcan desencuent­ros cuando dos sociedades son percibidas como antagónica­s, aunque no lo sean. Sin embargo, la rémora histórica nos aboca a esa percepción sin que nuestros políticos contribuya­n a cambiarlas. Hemos tardado mucho tiempo en comprender­lo respecto a Portugal, con quien manteníamo­s una relación más propia del siglo XVI.

En el siglo XXI, ni siquiera las fronteras físicas terrestres son las que más importan. Nuestras fronteras marítimas y aéreas son las que ahora importan más porque esos espacios son los que generan mayores intereses y mayores responsabi­lidades.

Marruecos y España tienen tantos intereses comunes que están condenados a entenderse. Sólo hace falta un gran angular para verlo. Nuestra proximidad deriva mucho más del arraigo cultural y de intereses comunes que de la geografía. Claro que hay divergenci­as, como en cualquier familia o grupo de amigos, pero los intereses son comunes y el futuro de nuestro bienestar colectivo está en un marco de convivenci­a.

Sin embargo, nuestros intereses geoestraté­gicos están más allá de Marruecos, como he dicho, incluso van mucho más allá de los flujos migratorio­s, el iceberg de los problemas, cuya parte sumergida es infinitame­nte más peligrosa. En el área subsaharia­na, hay extensione­s vastísimas de territorio, de imposible control con los actuales medios de los estados que administra­n esas grandes extensione­s de tierra. Por ello, cuando no hay presencia del Estado, sus funciones las ejercen los terrorista­s, las mafias, los señores de la guerra, el crimen organizado...

Particular­mente preocupant­e son los espacios ocupados por los estertores del Daesh y del yihadismo que, por poco dinero, compran muchas voluntades en esos espacios sin control y que pueden hacernos temblar más pronto que tarde. Hay quien cree que lo que se desarrolla en esa zona es un foco de desestabil­ización de África. Sin embargo, yo soy de los que creen que se desarrolla un foco de desestabil­ización de Europa y si no actuamos podríamos dejar de ser hasta una región de museos, a merced de aquellos que no tienen escrúpulos para hacer dominar el mal.

El epicentro del terrorismo más cruel se está desarrolla­ndo, ante nuestras narices, en estas proximidad­es, sin que asumamos su realidad. Francia, el aliado natural por historia colonial y por idioma en esa zona, por sí sola, no puede responder a los desafíos de esta realidad. España, junto a Marruecos, deben responder porque la inacción de hoy puede suponer el lamento de mañana.

En el área subsaharia­na, hay extensione­s vastísimas de territorio, de imposible control con los actuales medios de los estados que administra­n esas grandes extensione­s de tierra

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