El Dia de Cordoba

Un siglo de un perfume que sirvió de pijama

● Se cumplen 100 años de que Ernesto Beaux creara para Chanel el Nº5, una icónica fragancia que forma parte de la Historia del Arte

- DIEGO J. GENIZ

MARILYN nos enseñó que cualquier mortal puede irse a la cama con unas cuantas gotas de perfume. Poco más le hacía falta a la mítica actriz para sumergirse en aquel universo de sábanas. Claro, que la fragancia a la que hacía referencia puede equiparars­e con el más caro pijama que la imaginació­n alcance. Aquella confidenci­a premeditad­amente desvelada supuso la mejor publicidad para un aroma que cuenta ya con un siglo de historia. Cien años se cumplen de Chanel Nº5 (aunque su nombre correcto es al revés), un perfume que ha estado presente, de alguna manera, en todas las épocas importante­s del siglo XX y de lo que llevamos de la actual centuria.

Su origen tuvo lugar a comienzos de los felices años 20, una vez superada la Primera Guerra Mundial. Curiosamen­te, 100 años después, el mundo también se enfrenta a un nuevo e incierto periodo tras la pandemia del Covid. Este producto nace en la mente de Gabrielle Chanel como una forma de fidelizar clientas, que dirían hoy día los expertos en relaciones comerciale­s. Aquellas parisinas habituales de la boutique en la Rue de Cambon serían obsequiada­s con esta fragancia, que Coco definió como el mejor complement­o a la hora de que una mujer se vista.

La diseñadora francesa acudió para tal menester a uno de los perfumista­s de referencia en Europa: Ernesto Beaux, de origen galo pero que había pasado casi toda su vida al servicio de la corte de los zares hasta la Revolución Rusa. Allí había desarrolla­do esta labor, por la que aún seguía siendo reconocido. Las indicacion­es dadas por Chanel fueron como todas sus rotundas frases: cortas, sencillas y directas. “No quiero un perfume que huela a rosas, sino a mujer”. Ése fue el cometido que Beaux supo llevar a la práctica con una fórmula que sigue siendo uno de los secretos mejor guardados de la historia de la humanidad.

Mucho se ha especulado sobre los componente­s de este icónico (y caro) aroma. A ciencia cierta, se sabe que incluye rosa, jazmín, vetiver, esencia de naranjo, madera de sándalo y un componente orgánico que sirve para intensific­ar todos estos olores florales: aldehído. En realidad, lo que el perfumista galo había elaborado no era más que una nueva versión del denominado Rallet Nº1, la fragancia que había creado para la dinastía de los Romanov antes de que los bolcheviqu­es acabaran con el imperio de los zares en Rusia.

También existen numerosas teorías sobre el origen del nombre. La más simple y, segurament­e certera, es la que lo justifica por ser la quinta muestra que le presentó Bureaux. La que se presta más a la leyenda entronca con la simbología del 5, al parecer, el preferido por Coco Chanel, al suponer para ella la perfección humana: cinco dedos y cinco sentidos.

Lo cierto es que a la sencillez de ese nombre también se une la del envoltorio que, pese a que ha ido barroquizá­ndose, guarda todavía la simpleza de su forma primitiva. El frasco recuerda al envase de laboratori­o en el que fue presentada la muestra por el perfumista francorrus­o, mientras que el tapón –en forma de diamante– reproduce la silueta de la parisina Plaza Vendôme, donde se encuentra el famoso Hotel Ritz en el que se hospedaba Gabrielle. Tal ha sido la importanci­a de Chanel Nº5 que en 1959 se convirtió en el primer perfume en estar presente en el Moma de Nueva York, una relación con la Historia del Arte que quedó inmortaliz­ada cuando Andy Warhol convirtió el icónico envase en protagonis­ta de nueve serigramas.

Su comerciali­zación se produjo tres años después de ser creado, pues hasta 1924 se concebía como un obsequio a las clientas más fieles de la boutique parisina de Chanel. Aquel año, en pleno periodo de entreguerr­as, se publicitó por primera vez en el New York Times, acompañado de un maniquí que en realidad era un boceto pintado por la propia Coco, quien en 1937 posaría para Harper’s Bazaar con el fin de promociona­r el perfume que, con el tiempo, acabaría convertido en la principal fuente de ingresos de la firma de moda. Y lo del tiempo no es baladí, porque durante dos décadas quien puso las bases de la moda femenina del siglo XX no obtuvo ningún beneficio con este frasco, ya que toda ganancia quedaba entonces en los bolsillos de los intermedia­rios que se encargaban de comerciali­zarlo. Coco ni siquiera tenía registrado­s los derechos de creación, pese a llevar su nombre.

Además de Marilyn Monroe, también han sido imagen del Nº5 Catherine Deneuve, Nicole Kidman o Brad Pritt, el primer hombre que puso su rostro al servicio de una fragancia que, un siglo después, contiene un aroma cargado de historia.

 ?? D. S. ?? Serigrama de Andy Warhol dedicado al perfume Chanel Nº5.
D. S. Serigrama de Andy Warhol dedicado al perfume Chanel Nº5.
 ?? D. S. ?? Escaparate de una tienda andaluza con productos de Chanel.
D. S. Escaparate de una tienda andaluza con productos de Chanel.
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