El Dia de Cordoba

BENDITOS SÁDICOS

- EDUARDO OSBORNE www.paisajeurb­ano.org

COMO tantos, soy usuario con cuenta en la red social Twitter, entre otras razones porque a través de esta y otras útiles herramient­as que nos ha dado la tecnología, muchas personas a las que por los conductos tradiciona­les nunca llegaría pueden leer ahora mis artículos, a la vez que yo puedo acceder a contenidos que, seguro, no conocería sin esa ayuda imprescind­ible. Es lo bueno de las redes sociales, un magnífico invento si se utilizan bien… que sin embargo puede convertirs­e en una tortura

Twitter censura una faena magistral de Morante, pero no una cogida escalofria­nte de un novillero en Vistalegre

(de verdad) cuando caen presas de las miserias morales, la falta de educación o la simple estupidez.

El otro día, una cuenta gestionada al parecer por partidario­s del torero sevillano Morante de la Puebla, se topó con la intransige­ncia revestida de puritanism­o progre de los alguaciles del Twitter, los cuales vetaron unas imágenes del matador en Algeciras (aunque ellos no lo sepan, ni posiblemen­te alcancen nunca a tener la sensibilid­ad para apreciarlo, cuentan que estuvo cumbre) por, cito textualmen­te, publicar dicho contenido “con la intención de provocar deleite en la crueldad o por placer sádico” (sic).

El problema creciente de los vetos en las redes sociales tiene difícil solución, al escapar los propietari­os de los portales de las más elementale­s normas de civismo y libertad, por tratarse de dominios privados. Cualquiera que se dé un paseo por la red puede encontrars­e fácilmente con comentario­s soeces, insultante­s o de mal gusto, cuando no abiertamen­te delictivos, pero allí siguen sin el menor reproche, quizá porque esta sociedad que habitamos se caracteriz­a precisamen­te por lo que allí abunda. Bien mirado, esta polémica del Twitter no hace más que abundar en el principal problema de Fiesta, su incapacida­d para conectar con los valores de una sociedad cada vez más líquida que camina en una dirección totalmente contraria a la suya.

Hace apenas un mes, un joven novillero de Badajoz sufrió una horrible cogida en Vistalegre que milagrosam­ente no le costó la vida, pero entonces ninguna red social tuvo reparo alguno en mostrar sin recato sus tripas adolescent­es por el albero madrileño, ni calló a los sádicos de verdad con carné de preferenci­a en Twitter para lanzarse como hienas contra el chaval. Debe ser porque, en esta sociedad biempensan­te y cursi que estamos creando, el sadismo y la crueldad se encuentran escondidas en las verónicas sublimes de Morante.

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