El Dia de Cordoba

El espada albaceteño estuvo a punto de no contarlo al ser cogido parando a portagayol­a

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Javier López (Efe)

El matador de toros albaceteño Sergio Serrano estropeó con el manejo de la espada la faena de su vida ante el único toro del envío de Victorino Martín de francas opciones de la tradiciona­l Corrida de la Prensa, y que sirvió para poner fin a la Feria de San Isidro 2022.

Y eso que estuvo a punto de no contarlo Sergio Serrano, al que se le apareció por fortuna el santoral entero durante el saludo a portagayol­a a ese segundo astado de la tarde, un toro que salió gazapeando de chiqueros y que se frenó justo en el momento de la larga cambiada, quedando el torero totalmente vendido y claramente a merced del animal.

Fue milagroso que el torero no saliera herido tras la paliza que se llevó sobre el albero de la plaza de Las Ventas, como también lo fue que no calara después al subalterno Fernando Casanova tras perder pie en el último par de banderilla­s.

Luego el victorino no colocó nada mal la cara en los capotes, lo que corroboró después en el último tercio de la lidia sacando una clase extraordin­aria, sobre todo por el pitón izquierdo, por donde Sergio Serrano argumentó una de las faenas más emotivas de toda la feria, por lo bien que toreó al natural, haciendo todo a cámara lenta, con una hondura y un sabor tremendo, y siempre a más, a mucho más, como es propio de las grandes obras.

Era el momento de su vida. Cuajar así de bien un toro de la ganadería de Victorino Martín en la plaza de toros de Madrid no está al alcance de cualquiera y, además, poniendo a todo el mundo en los tendidos de acuerdo. Pero la espada, su mala espada, se encargó de hacerle despertar del sueño que estaba viviendo. Qué lástima.

El quinto de la tarde no tuvo nada que ver, un toro de muy poca raza, que no quiso saber nada de la película, aburriéndo­se a mitad del embroque y con el que Sergio Serrano, que volvió a irse a la puerta de chiqueros a recibirlo, mostró buena actitud, pero por fin sin resolver nada en lo artístico.

El primer espada, Antonio Ferrera no pudo pasar de las probaturas con el toro que abrió plaza, que no cesó de defenderse por su absoluta falta de raza, sin pasar y volviéndos­e sobre las manos. Al matador de toros extremeño no le quedó otra que ser breve.

El cuarto, también bajo de raza y sin humillar, al menos medio se desplazó para que Antonio Ferrera le mangara algún muletazo acompasado dentro de una labor de fogonazos aislados, sobre todo un pase de pecho descomunal, y en la que se mostró por encima de la condición de su antagonist­a por mucho que algunos desde los tendidos trataran de censurarle.

Román, que cerraba el cartel, fue todo corazón con el complicado primero de su lote, un toro al que había que llevar muy sometido en la muleta, pues a la mínima se frenaba y se metía por dentro. El matador de toros valenciano estuvo muy firme y entregado para, al menos, argumentar una faena valiente pero con ciertos desajustes técnicos que hizo que pasara algún momento de apuro, y también que el animal fuera orientándo­se cada vez más.

Con el último ejemplar de la tarde en la plaza de toros de Las Ventas –y de esta esperada feria de San Isidro– no pasó el espada valenciano Román de voluntario­so frente a otro toro de Víctorino Martín que resultó insulso y descastado.

Ferrera no pudo pasar de las probaturas en su primero y estuvo por encima de su segundo

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