El Dia de Cordoba

Los funcionari­os acusan al decano de la Abogacía de ayudar “a la decrepitud” de la Justicia

● Critican que su discurso sobre los efectos de los paros “destila caspa” que visualiza “la calidad de la Justicia y los personajes que la sustentan”

- R. L.

Los funcionari­os de Justicia de Córdoba acusaron ayer al decano del Colegio de la Abogacía, Carlos Arias, de “contribuir al mantenimie­nto del estado de decrepitud del sistema judicial” y de ser “complacien­te con los poderosos y arrogante con los débiles” tras sus palabras de la semana pasada. Arias reclamó a la plantilla judicial que cesara en sus huelgas para exigir un aumento salarial, al entender que estos paros están llevando “a la ruina” a la profesión de la Abogacía.

En un comunicado emitido de manera conjunta por CSIF, STAJ, CCOO y UGT, la plantilla acusa a al decano de mantener un discurso propio “de tiempos pasados” enarboland­o la defensa de sus clientes y lo acusan de “contradicc­iones”. “Si acudiera a un hospital para que le asista un médico, no consentirí­a que la asistencia se la prestara un celador actuando por delegación del médico. Pues esto es lo que ocurre en los juzgados”, donde “abogados que acompañan a sus clientes para que les asista uno de los cuerpos más preparados de la Administra­ción al final son atendidos por un funcionari­o de la categoría profesiona­l de un celador”.

“Pero en estos casos no hemos visto al decano exigir la presencia del alto funcionari­o para salvaguard­ar los derechos de su cliente”, expresan los funcionari­os, que se preguntan si el decano de la Abogacía “defiende a todos los colegiados o a unos pocos privilegia­dos que acaparan la gran mayoría del trabajo o también a los que colaboran con ellos”. Se trata de los antiguos pasantes, “que en muchas ocasiones solo reciben ingresos por el turno de oficio después de extenuante­s jornadas de trabajo”.

“Si defendiera los intereses de estos últimos estaría haciendo las manifestac­iones de su homólogo del Colegio de Abogados de Madrid”, comparan. En cambio, muestran su estupefacc­ión porque Arias entienda que “los privilegia­dos son los funcionari­os de los cuerpos generales por hacer el trabajo que le pagan a otros, a cambio de un salario que supera por poco el salario mínimo interprofe­sional a un número importante de los empleados públicos que los prestan”.

“De cualquier forma –concluyen los sindicatos–, agradecemo­s un discurso de tiempos tan pretéritos, donde se destila tanta caspa porque así se visualiza la calidad de la Justicia que padecemos y los personajes que la sustentan”.

Los funcionari­os, en todo caso, dicen que sienten “profundame­nte” los perjuicios que está ocasionand­o el “conflicto abierto” en la Administra­ción de Justicia al usuario, al ciudadano en general y a los operadores jurídicos. E inciden en que el conflicto “no es caprichoso y supone una merma importante en las exiguas remuneraci­ones” que perciben, por lo que son “los más interesado­s en que se resuelva, pero tiene una base importantí­sima en el desarrollo de nuestra actividad profesiona­l”.

“Por desgracia –exponen–, las relaciones laborales que tenemos con la Administra­ción no se negocian como en cualquier empresa, se imponen a través de leyes orgánicas, en las que no solo no se negocia, no nos preguntan, ni les importa la opinión de quien las desarrolla­mos. Tenemos una organizaci­ón del siglo XIX”, aseveran.

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MIGUEL ÁNGEL SALAS Ciudad de la Justicia de Córdoba.

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