El Dia de Cordoba

EL DESASTRE

- El habitante ▼ RICARDO VERA

LA ley de amnistía es un hecho consumado en el Congreso, aunque el Senado la vaya a someter ahora a una parálisis temporal que luego volverá a salvar la heterogéne­a mayoría parlamenta­ria que soporta al adocenado grupo socialista y a su líder, salvo que Puigdemont lo destroce si le interesa. Se ha escrito y dicho mucho ya sobre su incorrecci­ón constituci­onal, su naturaleza oportunist­a y su inconvenie­ncia política, pero poco importa. Solo con el ánimo de dejar constancia otra vez: no tengo dudas de que la amnistía no encaja en la Constituci­ón, lo cual no quiere decir que no pudiera cambiarse, y de largo es la versión más oportunist­a de práctica legislativ­a que se recuerde de cualquier de nuestros gobiernos. La inconvenie­ncia política de la ley, que también he sostenido, palidece, no obstante, frente al mayor inconvenie­nte que encuentro (cada día más, con más desesperan­za y, por tanto, con mayor urgencia) para el país y para el Partido Socialista Obrero Español, por ese orden: el presidente del gobierno, Pedro Sánchez Castejón.

Pedro Sánchez, perdedor (desde la acción de gobierno) en las últimas elecciones (insisto en recordarlo en perjuicio del espejo mágico que le devuelve su mirada endiosada), fue investido presidente, como sabemos, legítimame­nte, por una mayoría que aquilatan señorías independen­tistas con escaso interés por el común del país (posición legítima también, sin duda: que haya diputados secesionis­tas es posible en democracia; que condicione­n el gobierno de todos es menos comprensib­le). Un querido amigo me dice, con buena voluntad y sincera preocupaci­ón, que no es muy partidario de la amnistía ni de los secesionis­tas, pero que 1) no tiene una posición cerrada al respecto y 2) lo consiente, con tal de que se hagan políticas de izquierdas. Esto es, si ese el precio, aunque sea alto, páguese. No lo comparto, pero lo respeto. Y hasta lo creo, que mi amigo lo crea, quiero decir. El problema es que Pedro Sánchez revienta todos los puentes, hasta ése. Suponiendo que fuera cierto que practica una política de izquierdas, suponiéndo­le también bondad apriorísti­ca a tales políticas si se hicieran por él, y suponiendo que exista en su planteamie­nto, el de Sánchez, una voluntad de servicio al interés general, cualquiera de esas intencione­s se plasmaría en los presupuest­os. Sánchez, que hace dos días defendía la continuida­d de la legislatur­a porque la mayoría que lo sostiene aprobaría los presupuest­os, sus políticas, ha ordenado la paralizaci­ón del intento, obligación constituci­onal y responsabi­lidad política de cualquier demócrata, incluso de perfil bajo como el suyo, porque los perdería. Cero presupuest­os, cero políticas. Mierda seca.

Sánchez es un desastre innecesari­o e inmerecido. Es urgente articular una alianza democrátic­a que lo expulse de nuestro día a día y lo arrincone en la mala historia pasada. Y recuperar el país. Y recuperar, por favor, el Partido Socialista. Antes de que los reviente.

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