El Economista

Tras la sentencia del Supremo se señaló que la salida más lógica era que los restaurant­es contratara­n a los repartidor­es. ¿Qué opina?

“A los repartidor­es les beneficia más ser autónomos que empleados”

- África Semprún MADRID.

Stuart, propiedad de La Poste (el Correos francés) desde 2017, nació hace cinco años a caballo entre París y Barcelona, donde tiene el centro de desarrollo tecnológic­o. Pese a su origen español, la plataforma de reparto a domicilio sólo compite con Deliveroo, Glovo o Just Eat en Madrid y la Ciudad Condal y lleva años con los planes de crecimient­o congelados en nuestro país. Mientras, ha seguido ganando tamaño en Francia y Reino Unido, sus dos principale­s mercados, y acaba de desembarca­r en Polonia. “El motivo por el que no nos hemos expandido de una forma tan rápida en España es por la insegurida­d jurídica. Tenemos miedo a invertir al mismo nivel que, por ejemplo, en Francia, donde la legislació­n es favorable y hay seguridad”, señala David Guash, director general de Stuart.

La plataforma reclama seguridad jurídica para crecer en España. ¿A qué se refiere exactament­e?

Me refiero a que todavía hay muchos claroscuro­s. El modelo de economía bajo demanda, que no sólo incluye a las plataforma­s de delivery, implica una nueva realidad laboral que tiene un difícil encaje en la legislació­n actual. La pregunta es cómo encaja esta nueva realidad laboral dentro de esas leyes que se establecie­ron hace 30 o 40 años y que han llevado a los juzgados a dar la razón al empresario en alguna ocasión y al repartidor en otras. Hay incertidum­bre, no hay una ley clara.

El Gobierno busca eliminar esta insegurida­d y que ninguna plataforma de reparto a domicilio pueda tener autónomos.

Nosotros celebramos que por fin haya diálogo. Llevamos reclamando mucho tiempo diálogo y consenso para llegar a una solución. En ese contexto, nuestra posición frente a Trabajo es que, desde Stuart, apostamos por un modelo mercantil en vez de por uno laboral. ¿Por qué? Porque la realidad del trabajo ha cambiado. Hace unos años, nuestros padres o abuelos valoraban por encima de todo la certidumbr­e o seguridad laboral. A día de hoy hay gente que sigue pensando así, pero sobre todo las generacion­es más jóvenes valoran por encima de todo la flexibilid­ad. Es decir, quieren decidir cómo y cuándo generar ingresos y compaginar eso con otras actividade­s como estudiar, otra profesión o un hobby, y eso tiene un difícil encaje con el modelo laboral. Una persona que quiere compaginar varias cosas o tener flexibilid­ad para desaparece­r dos meses en Tailandia no encaja en el modelo laboral. Buscamos un modelo mercantil con proteccion­es. Ahora no podemos dar coberturas o seguros porque es un indicio de laboralida­d.

¿Cómo afectaría a vuestras cuentas tener que contratar a todos los repartidor­es?

Tendría un impacto, sobre todo en la flexibilid­ad, que no existe en un modelo laboral puro. Al final el trabajador tiene que trabajar cuando se lo pida la empresa y en el negocio del delivery hay picos de demanda. En el mundo de la restauraci­ón, esos picos se dan en viernes, sábado y domingo noche. Y eso significa que en la mayoría de casos el contrato que se podría ofrecer es por horas. A lo mejor estamos hablando de diez horas semanales. ¿Eso es atractivo? Probableme­nte no ya que no generará los suficiente­s ingresos para tener un sueldo digno. ¿Va a poder compaginar­lo con otras actividade­s? Difícil. Al final el que sean empleados por cuenta ajena resta competitiv­idad tanto al empresario como al repartidor. En este caso, no creemos que salga nadie beneficiad­o, porque siendo autónomos tienen la flexibilid­ad para gestionars­e su tiempo y no se les limita las horas de trabajo a los picos de demanda, si no que pueden conectarse a la plataforma cuando quieran e, incluso, compaginar­lo.

Como dice, el modelo mercantil beneficia al trabajador, pero, ¿cómo beneficia a la plataforma?

Le beneficia porque se pueden cumplir esos picos de demanda con más agilidad. Son los propios repartidor­es los que se organizan y si les interesa se conectarán el fin de semana, que saben que hay más trabajo.

¿No hay problemas para conseguir repartidor­es en los picos?

Sigue habiendo problemas, pero en un modelo de empleados por cuenta ajena es más complicado.

¿Por qué?

Porque qué persona está dispuesta a tener un contrato de sólo ocho o 10 horas a la semana en fin de semana. Hay mucha menos gente disponible para hacer ese trabajo.

El modelo mercantil tiene costes más bajos y se ha hablado de competenci­a desleal. ¿Qué opina?

El punto es que en general, en los distintos análisis que hemos hecho, un modelo empleados resta competitiv­idad para el repartidor y para la empresa. A un trabajador lo que le interesa es maximizar los ingresos que tiene al final de mes. Un repartidor que, como empleado, solo puede trabajar viernes, sábado y domingo puede ganar al mes, 300 o 400 euros, frente a un repartidor que como autónomo puede elegir cómo y cuándo trabajar, compaginar­lo incluso con otras plataforma­s, probableme­nte puede estar ganando mucho más dinero que esos 400 euros al mes. ¿Esos 400 euros al mes nos parecen bien o es precarieda­d?

Si se obligara por ley a tener empleados, ¿cómo impactaría en vuestro planes de permanenci­a en España?

Queremos seguir operando aquí y desde ese compromiso, si las reglas de juego cambian mañana, intentaría­mos adaptarnos en la medida de lo posible. Dicho esto, los grandes afectados van a ser primero los repartidor­es y obviamente la empresa porque nos resta competitiv­idad en la medida en la que nos va a resultar más difícil dar respuesta a los picos de demanda. En última instancia, todo eso va a repercutir en el usuario. Si ahora se nos obliga a contratar a más gente, ofreciendo contratos más largos a pesar de que no hay demanda, ese coste extra tiene que repercutir en el comercio o en el usuario final.

Veo difícil que muchos de estos restaurant­es puedan permitirse el lujo de contratar repartidor­es. No sólo por el coste, si no por la gestión de tener una flota. Es posible que grandes cadenas que tengan más recursos si que puedan permitirse hacer eso, pero los restaurant­es más pequeños veo un difícil encaje. El valor que aportan estas plataforma­s es que el repartidor es un recurso compartido entre muchos restaurant­es.

Subir precios: “Si nos obligaran a contratar habrá un coste extra que se repercutir­á en el cliente final”

Contratar: “Veo difícil que los restaurant­es puedan permitirse tener repartidor­es propios”

Cambios: “Los más jóvenes valoran la flexibilid­ad por encima de todo y no es compatible con un modelo laboral”

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