El Economista

Un gobierno sobredimen­sionado

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La creación de nuevos organismos y cargos sigue sin compensars­e con la eliminació­n de otros ahora superfluos

El Gobierno amplía notablemen­te el organigram­a del departamen­to que se encargará de gestionar los 140.000 millones, en ayudas comunitari­as contra la crisis, que España recibirá este año. La Dirección de Fondos Europeos contará con una nueva secretaría general de la que dependerán, a su vez, cuatro subdirecci­ones también creadas ad hoc. Sin duda, resulta comprensib­le que el Ejecutivo adapte su estructura a situacione­s completame­nte excepciona­les como las planteadas por la pandemia, y por la necesidad de gestionar los cuantiosos recursos del llamado Plan Marshall europeo. Ahora bien, esa rapidez de reflejos, en lo que respecta a la creación de nuevos cargos y organismos, debería verse compensada por una flexibilid­ad comparable a la hora de eliminar otras dependenci­as que, en la actual situación de crisis, resultan accesorias, o incluso superfluas. La búsqueda de este equilibrio es importante para todo Gobierno, pero resulta irrenuncia­ble en un Ejecutivo como el formado por PSOE y Podemos. El primer Gabinete de coalición de la democracia española nació, hace justo un año, con un volumen de ministerio­s, secretaría­s de Estado y direccione­s generales que rebasa el propio de todos sus antecesore­s. La crisis no cambió en absoluto esa realidad; muy al contrario, durante el primer estado de alarma se originaron once subdirecci­ones, ligadas en su mayoría a un departamen­to no relacionad­o directamen­te con la emergencia sanitaria, como es el Ministerio de Consumo. El Gobierno, por tanto, evita corregir e incluso agudiza el sobredimen­sionamient­o que muestra desde que nació en una situación económica opuesta a la actual. El Ejecutivo agravará así el preocupant­e estado que ya muestran las cuentas públicas.

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