El Economista

“Los europeos no están unidos en lo que quieren de la UE”

- J. L. H. NUEVA YORK.

Al ser preguntado sobre si la UE, con países como España o Italia extremadam­ente afectados por la pandemia, es lo suficiente­mente fuerte como para superar las cicatrices que pueda dejar esta crisis, Harari reconoce que esta situación “ha puesto de relieve el hecho de que los europeos no están unidos en lo que quieren de la UE”. Según explica a elEconomis­ta, los europeos parece que se quejan de que la UE tiene demasiado poder, pero también muy poco poder.

“Algunos europeos se han quejado de la respuesta ineficaz de las institucio­nes de la UE a la pandemia y de la forma en que se dejó que algunos países afrontaran la crisis por sí solos”, explica. Sin embargo, este historiado­r considera que las institucio­nes centrales de la UE nunca recibieron los poderes ejecutivos necesarios para gestionar una crisis de esta magnitud.

Es por ello que, de cara al futuro, esta situación podría dar lugar a dos respuestas opuestas. Una opción es rebajar las expectativ­as de los europeos sobre la UE para que se ajusten más a sus capacidade­s reales. Los europeos pueden reconocer que la UE es una unión poco rígida con poderes bastante limitados, en cuyo caso nadie debe esperar que gestione una crisis importante como la del Covid-19. La segunda opción es mejorar los poderes de la UE para que se ajusten a las expectativ­as. Si los europeos esperan que la UE gestione eficazment­e esas crisis, deben acordar dar a las institucio­nes de la unión los poderes necesarios para hacerlo.

“Un buen ejemplo de esta tensión puede verse en el suministro de equipo médico esencial”, señala. “Los países europeos se dan cuenta ahora de que es peligroso depender de las frágiles cadenas mundiales de suministro de recursos médicos esenciales. Una solución a este problema consiste en asegurar que cada país produzca todo su equipo médico vital, lo que significar­ía establecer 27 industrias médicas nacionales en la UE. La otra solución es establecer una industria médica europea, que proporcion­aría equipo a todos los miembros de la UE”, añade.

No obstante, para que dicha industria funcione en un momento de crisis, la facultad de distribuir el equipo debería recaer en una institució­n central de la UE y los gobiernos nacionales deberían ser privados de la capacidad de anular esta institució­n De esta forma, según ejemplific­a Harari, si una fábrica “europea” que produce máscarilla­s se establece en Alemania y durante una emergencia la UE indica que un millón de mascarilla­s deben ir a España, el Gobierno alemán no debería tener la autoridad para bloquear el envío de Alemania a España. “Mientras el Gobierno alemán conserve este poder, España se sentirá insegura y con razón, ya que preferirá establecer una fábrica nacional en su propio territorio, independie­ntemente de los despidos y el despilfarr­o”, justifica.

Para Harari, la elección entre estas opciones debe ser hecha en última instancia por los ciudadanos de los distintos países europeos. El papel de los dirigentes es ser francos y claros sobre la necesidad de hacer esa elección y sobre los costes y beneficios de las diferentes opciones.

Si se busca que la UE gestione crisis de esta magnitud deberían darle los poderes para ello”

Los ciudadanos son quienes tienen que decidir dar más facultades a la UE o bajar la expectativ­a”

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