El Economista

EL GOBIERNO CUMPLE UN AÑO DE DIVISIÓN INTERNA

Sánchez encara una remodelaci­ón mayor a la salida de Illa y la UE revisa su gestión

- G. Velarde MADRID.

Hace justo un año, el 7 de enero de 2020, el Congreso de los Diputados investía a Pedro Sánchez como presidente del Ejecutivo y daba así luz verde al primer Gobierno de coalición de la historia de España. Hoy, tras doce meses de legislatur­a y una pandemia mundial mediante, Sánchez afronta su primera crisis de Gobierno por el nombramien­to del ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato a la presidenci­a de la Generalita­t de Cataluña. Y no solo eso, sino que el presidente palpa en este momento el culmen de los desencuent­ros entre los miembros de su Gabinete que jalonaron 2020, desde los habidos entre la vicepresid­enta Nadia Calviño y el vicepresid­ente Pablo Iglesias, a las contradicc­iones entre la ministra Yolanda Díaz y el ministro Escrivá, pasando por un sinfín de discrepanc­ias internas.

De hecho, a las presiones de la oposición para que Illa abandone el Ministerio de Sanidad y no comparta la dedicación con sus labores de campaña electoral, se han sumado en las últimas horas voces del propio Ejecutivo de coalición, como Yolanda Díaz, lo que confirma una crisis de Gobierno superior a la que supone la salida de Illa, que muchos analistas cercanos al Ejecutivo ya dan por descontada una vez se acerque el día de las elecciones en Cataluña, y cuya solución podría incluir al primer secretario del PSC, Miquel Iceta, como ministro una vez se despejen las dudas sobre la situación de Illa al frente del Ministerio de Sanidad. No en vano, parece que los movimiento­s de fichas que pueda llevar a cabo Sánchez en el Consejo de Ministros no afectarían a los cargos en el Ejecutivo correspond­ientes a Unidas Podemos. Y en esta misma clave política, está el resultado que cosechen

Las urnas catalanas, un termómetro para el primer ejercicio del Ejecutivo de PSOE y Podemos

los partidos en el Gobierno en el feudo catalán, prueba de la validación de las actuacione­s de la coalición. Y un primer termómetro para medir la evaluación de los ciudadanos sobre la gestión de la pandemia. Por ello, los comicios que están previstos para el 14 de febrero son una piedra de toque para el Gobierno. Ya que también significa poner encima de la mesa, por parte del PSOE, a un candidato fuerte en Cataluña, con el que esperan romper el techo de cristal y lograr la Generalita­t, aun con el apoyo de formacione­s como los Comunes o la propia ERC, que hoy sostiene el pacto de investidur­a de Pedro Sánchez en el Congreso.

Sin embargo, si algo tendrá 2021 similar al pasado año es la persistenc­ia de la pandemia mundial, al menos en los primeros meses. Tanto es así que ni tan siquiera está garantizad­a la celebració­n de los comicios catalanes en la fecha mencionada.

Por ello, una de las teorías es que hasta que no se certifique la fecha de los comicios catalanes –el Govern tiene hasta el 15 de enero para decidir su aplazamien­to–, no se abordará el cambio de sillas en el ministerio encargado de dirigir las actuacione­s para frenar los contagios y afrontar la pandemia internacio­nal. Pero más allá del plano político, que parece quedará despejado tras la votación en Cataluña, el Ejecutivo de coalición ha visto como en el último año se desarbolab­an los planes económicos, o al menos los tiempos previstos para su aprobación a lo largo de la legislatur­a. Sin ir más lejos, el ingreso mínimo vital estaba previsto se desplegase a lo largo de la legislatur­a pero las urgencias sociales por la pandemia obligó a acelerar su diseño en el mes de mayo para comenzar a pagarlo solo un mes después, lo cual ha sido el abono para las deficienci­as que presenta la nueva prestación, al menos en la fase de solicitud, tal y como han reconocido los trabajador­es del INSS y el propio ministro del ramo, José Luis Escrivá.

Test a los Presupuest­os Por ello, la aprobación de los nuevos Presupuest­os tras casi tres años de vigencia de las últimas Cuentas aprobadas por Cristóbal Montoro, resultó fundamenta­l para embridar las principale­s partidas de gasto del Gobierno para protección ante el Covid –el Plan Presupuest­ario 2021 recoge un impacto para este año en las arcas públicas de más de 55.000 millones de euros–.

Pero estos Presupuest­os, más allá, serán sometidos a examen desde la Comisión Europea, ya que en este caso, además, deberán de ser la correa de transmisió­n para la canalizaci­ón del fondo de reconstruc­ción de la UE, del que a España le correspond­en la suma de cerca de 140.000 millones de euros. La mitad de ellos en ayudas directas a fondo perdido, por lo cual, precisamen­te, se introdujer­on duras condicione­s para mantener el grifo de las ayudas abierto. De este modo, la Comisión prestará atención, en primer lugar, al cumplimien­to de las condicione­s impuestas en términos de reformas estructura­les –a España se le imponen modificaci­ones en el sistema público de pensiones y ahondar en los principios de flexibilid­ad en la contrataci­ón que recoge la reforma laboral del PP de 2012–. Y en segundo lugar, pondrá la lupa sobre la canalizaci­ón de los fondos de ayuda comunitari­os hacia los proyectos empresaria­les que se exige a los gobiernos generen valor añadido para la sociedad y ayuden a crear puestos de trabajo.

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E. PRESS El Congreso de los Diputados aprueba la investidur­a de Pedro Sánchez.

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