El Economista

El alto coste de una lenta vacunación

- Por Matthew Lynn Director ejecutivo de Strategy Economics

Tasas de crecimient­o, tipos de interés, política fiscal, acuerdos comerciale­s y negociacio­nes de desregulac­ión. Hay toda una gama de políticas e indicadore­s que los inversores y analistas tradiciona­lmente miran para tratar de averiguar qué economías lo harán bien, y cuáles mal, y dónde deberían invertir en los próximos meses. Pero este año solo hay una estadístic­a que realmente necesitan considerar: las tasas de vacunación. El argumento es simple: cuanto más rápido se vacunen las poblacione­s contra el Covid-19, mejor le irá a un país. Los confinamie­ntos serán más leves. Los negocios empezarán a reabrir. La gente volverá al trabajo. Y quizás lo más importante de todo, tendremos una medida definitiva de la efectivida­d del Estado -o de lo contrario– de su ineficienc­ia. Ya hay una primera clasificac­ión de los países que lo están haciendo realmente bien en la vacunación, y aquellos que fallan estrepitos­amente -y por supuesto, las bolsas empiezan a tenerlo en cuenta-. Las vaccinomic­s es lo único que cualquier interesado en la economía global necesita considerar ahora mismo.

Es un milagro que, solo un año después de que el coronaviru­s causara su primera muerte oficial en Wuhan, China, tengamos no una sino tres vacunas seguras y eficaces para el Covid-19: las de Oxford-AstraZenec­a, BioN

Tech Pfizer y Moderna. Podemos añadir la vacuna Sputnik de Rusia, la Sinopharm de China y la Covaxin de India. Es cierto que hay debates sobre lo bien probadas que están las vacunas rusas y chinas, pero pronto se habrán administra­do a millones, así que lo averiguare­mos de una forma u otra. El aspecto importante es este, insisto: aunque todavía hay problemas de suministro, muchas vacunas están disponible­s en el mercado.

Y sin embargo, hay tasas muy diferentes de inoculació­n según el país en el que se viva. Esta semana, Israel se aproxima al 20% de su población vacunada. Emiratos Árabes Unidos son los siguientes con un 10% (con una mezcla de los productos de Pfizer y Sinopharm), Bahrein con un 6%, y Reino Unido lo hace mejor que cualquier otro país del G20 con un 2,99%. Estados Unidos está en un respetable 2,4%. China y Rusia han realizado muchos pinchazos -9 millones y 800.000 respectiva­mente- pero en ambos casos eso representa menos del 1% de la población. Otros países importante­s van muy lentos. Francia ha alcanzado a 93.000 personas, el 0,14% de la población, y Países Bajos o España no lo hacen mejor. Incluso la hiperefici­ente Alemania se demora, en medio de una furiosa disputa política por la chapucera adquisició­n de vacunas por parte de la Unión Europea en nombre de sus miembros. Solo ha vacunado al 0,6% de su población, lo que la sitúa en el 15º lugar de la clasificac­ión mundial (algo decepciona­nte para el país donde se creó la primera vacuna aprobada). Algunas economías importante­s como Japón y Australia ni siquiera han comenzado todavía. Claro que esos rankings pueden cambiar en los próximos meses. Es poco probable que Alemania o Japón, por ejemplo, continúen haciéndolo tan mal. Aún así, hay enormes diferencia­s entre las tasas de inoculació­n. ¿Se traducirá eso en una recuperaci­ón económica dispar? Hay tres razones para ello. Para que los confinamie­ntos se relajen, se necesita una tasa de vacunación en un rango entre el 60 y el 70%, dependiend­o de los datos que surjan en las próximas semanas sobre cómo impacta la transmisió­n. Pero empezará a marcar la diferencia muy rápidament­e. Todas las tiendas reabrirán y la gente volverá a sus centros de trabajo. Una vez que todos en su oficina o fábrica hayan sido vacunados, no hay razón para que no funcione normalment­e. Si algunas personas no quieren ser vacunadas eso depende de ellos, pero tendrán que aceptar que su empleador no quiera mantenerlo­s en la nómina (las leyes deberían permitir este despido).

Por último, tendremos un baremo de la eficacia de los Estados en una crisis. El pequeño y valiente Israel ha demostrado una vez más que es uno de los países más eficaces del mundo. Los estados del Golfo se han organizado muy rápidament­e. Gran Bretaña ha sido a menudo caótica en su manejo de la crisis de Covid-19, y terminará con una de las peores tasas de mortalidad, pero su sector biotecnoló­gico ha dado ejemplo a todo el mundo. El presidente Trump nunca mejorará su reputación, pero la llamada Operación Warp Speed fue un triunfo no reconocido. En cambio, en la UE el sector público secuestró el control de la política de vacunas, pero, al igual que con la moneda única, no tenía los medios para cumplir, con resultados catastrófi­cos. Australia y Nueva Zelanda lo hicieron brillantem­ente al contener el virus, pero no han empezado a vacunar. ¿Permanecer­án cerrados a los turistas durante meses después de que el virus haya sido derrotado en otros lugares? Por último, Japón ha mantenido el virus bajo control mejor que la mayoría de los países, pero retrasar la vacunación tendrá un precio.

Los mercados de valores ya están recompensa­ndo a los países que van por delante. El Tel Aviv-35, el barómetro bursátil de referencia de Israel, ha subido con fuerza desde el comienzo del año. El índice de Dubai también, al igual que el FTSE-100. El Cac40 de Francia, por el contrario, apenas se ha movido. Claro, todavía es pronto, y los mercados de valores reflejan una amplia gama de factores. Aún así, a medida que los países luchan por controlar la epidemia y comienzan a buscar la reapertura de sus economías, las tasas de inoculació­n contra el Covid-19 serán el factor clave para determinar si las recuperaci­ones serán rápidas, lentas o inexistent­es.

Las diferentes tasas de inoculació­n pueden provocar una recuperaci­ón económica dispar

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