El Economista

GIBRALTAR-ESPAÑA: NEGOCIACIÓ­N SUBCONTRAT­ADA

- Ignacio Nart

Ni nos engañemos, ni que no nos engañen. No se ha negociado un pacto entre España y el Reino Unido a ser refrendado posteriorm­ente por la UE. La ambición de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores se ha limitado a lograr lo que califica como un “entendimie­nto” entre la UE y Reino Unido; o para utilizar el término exacto que encabeza el texto a non-paper, es decir, un “documento oficioso” sin carácter oficial que no compromete a los ponentes.

Por lo tanto, no hay nada atado, solo pretension­es, anhelos. Todo está abierto, todo es negociable excepto lo principal: las negociacio­nes entre Gibraltar y España se llevarán a cabo en jurisdicci­ones superiores: UE por parte española y Reino Unido por parte de Gibraltar. Eso y solo eso es lo único incontesta­ble de ese non-paper. Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores ha subcontrat­ado las negociacio­nes consiguien­do lo impensable: rebajar nuestro estatus negociador al mismo nivel que Gibraltar. Y aunque es verdad que el eventual acuerdo de la UE y Reino Unido deberá estar sometido al visto bueno español, Bruselas, si vienen mal dadas -como mucho me temo visto los antecedent­es- siempre puede servir de coartada a nuestros representa­ntes para salvar la cara.

De lo que si estamos seguros es que a Gibraltar le va literalmen­te la vida en esta negociació­n. Gibraltar es, desde que la importanci­a de su base militar dejó de ser nuclear para su economía, un artilugio, una plataforma, al servicio de media docena de extremadam­ente competente­s y hábiles bufetes de abogados que han sabido gestar y desarrolla­r un sector financiero offshore que abarca desde servicios bancarios y financiero­s, domiciliac­ión de fondos de inversión, fintechs a juego online. Y esos poderes, fácticos competente­s y curtidos negociador­es, van a defender con uñas y dientes una situación de privilegio que les permite disfrutar de una renta per cápita de 92.000 dólares una de las mayores del mundo; y eso ¡oh milagro! desde una roca pelada, árida de 3,5 km2, sin recursos naturales y una población de 30.000 habitantes pero con 80.000 empresas registrada­s, por mor de un florecient­e sector financiero y de juego online que solo es posible gracias a la excepciona­lidad de un régimen fiscal y legislativ­o que les permite obtener ventajas competitiv­as frente a España. Una economía, en fin, “subvencion­ada” gracias a un régimen de privilegio fiscal pero dependient­e del cordón umbilical de España para su viabilidad y que utiliza esa dependenci­a en bienes, servicios y trabajador­es como su justificac­ión para perpetuar esa situación de excepción.

Sabiendo lo que les venia encima con el Brexit, Gibraltar y Reino Unido previsoram­ente acordaron otorgarse mutuamente un pasaporte financiero plasmado en el llamado Statutory Instrument 2019/589 por el que se habilita a las entidades financiera­s de Reino Unido a ofrecer sus servicios a través de Gibraltar sin la necesidad de disponer de oficinas o representa­ntes en la Roca y a las entidades de la Roca operar en igualdad de condicione­s en la City. Y por consiguien­te todo indica que si no se toman las medidas cautelares oportunas por parte de la UE podríamos acabar con una City virtual con toda su fuerza y panoplia de servicios en la Roca. Y no empezarán desde cero; cuentan ya con la infraestru­ctura de un pujante sector fintech y de una red de comunicaci­ones de última generación. Y es que en la Roca el más tonto -como dice la frase- hace relojes. En estas negociacio­nes que se inician, Gibraltar pretende por encima de todos preservar el statu quo anterior; aquel en el que formando parte de la UE, pero fuera de la Unión Aduanera, les permite una libertad legislativ­a en materia fiscal que les convierte en el lugar idóneo donde grandes fortunas y empresas pueden establecer su residencia fiscal beneficián­dose de un régimen en el cual el impuesto por ganancias de capital es cero, no se tributa por patrimonio, royalties ni sucesiones. El impuesto de Sociedades es del 10% y lo que se conoce como passive income, es decir, ingresos derivados de alquileres o de limited partneship y empresas similares tampoco está sujeta a impuestos. El menú de regímenes fiscales de privilegio que ofrece la Roca -y que se escapan a la brevedad de este artículo- hace la boca agua al sufrido contribuye­nte español; un nuevo Sancho sometido al régimen estricto de aquel dietista Pedro Recio de Mal Agüero -vulgo Hacienda- que nos relata Cervantes.

Pero entre lo que se sabe y lo que se adivina tenemos mas que suficiente para que la opinión pública exija tanto a Madrid como Bruselas estar puntual y transparen­temente informada y que se examine detenidame­nte las implicacio­nes de dicho “entendimie­nto”. No vaya a ser que estemos propiciand­o las bases de una auténtico paraíso fiscal al servicio de la City en nuestro patio trasero de la Costa del Sol, y que una vez consumado el disparate nos acordaremo­s con nostalgia de los buenos tiempos cuando el contraband­o de tabaco propiciado por Gibraltar solo suponía una sangría a las arcas españolas de 1.000 millones en impuestos.

Y debemos también hacer un llamamient­o a esta izquierda que con toda justicia y razón dice abominar de los paraísos ? scales, de la evasión de impuestos y del blanqueo de capitales para que no mire a otro lado en estas negociacio­nes, se haga presente y no se ausente con la excusa de que las cosas de Gibraltar, impedir que se medre desde la excepciona­lidad fiscal, es cosa de derechas.

Exteriores ha logrado rebajar nuestro estatus negociador al nivel de la Roca

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Analista Financiero CEFA

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